miércoles, 28 de octubre de 2015

Mirándote Como Dios Te Mira

“NOSOTROS ÉRAMOS, A NUESTRO PARECER, COMO LANGOSTAS…” (Números 13:33b)
Cuando Moisés mandó doce espías a la Tierra Prometida, diez volvieron diciendo “…vimos… gigantes… Nosotros éramos, a nuestro parecer, como langostas…” (Números 13:33). Repetidamente, Israel había presenciado el poder de Dios, así que, ¿por qué ahora estaban intimidados? 
Generalmente, se trata de un problema de percepción interior llamado "baja autoestima", y con ella, es como el enemigo te impide vencer. Los israelitas se olvidaron de su liberación y paso por el Mar Rojo rápidamente y en su lugar, se acordaban de Egipto, país donde vivían como esclavos…
¡Ten cuidado! Los malos tiempos pueden hacerte pensar que no mereces ser bendecido. Siempre que tengas algo muy preciado, el enemigo te atacará. En el Antiguo Testamento leemos: “Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido como rey de Israel, subieron todos para buscar a David” (2 Samuel 5:17). Hasta que no reclames el lugar que te corresponde en Cristo, Satanás te dirá que lo que mereces es ser maltratado. Así que, empápate de la Palabra de Dios hasta que se convierta en una parte de ti, al extremo que dejes de dudar de ti mismo. Él te hizo a su imagen, te redimió y vive en ti, y esto te hace ser muy valioso.

Un hombre encontró en el campo, un águila fatalmente herida por un disparo. Luego escribió: “Con los ojos brillantes… giró lentamente la cabeza, echando una última mirada nostálgica hacia el cielo. A menudo había surcado esos cielos estrellados con sus portentosas alas, porque el cielo era el hogar de su vida. Allí había desplegado su poderío miles de veces, jugando con los relámpagos y competiendo con el viento. Ahora, lejos de casa, el águila yacía moribunda, porque solo una vez se olvidó de no volar muy bajo… Mi alma es como este águila; parece que la Tierra no debe ser mi hogar, pero nunca debo olvidar mirar hacia el Cielo”.

“…SOMOS TRANSFORMADOS…EN SU MISMA IMAGEN…” (2 Corintios 3:18b)
Un hombre que se sentía deprimido, fue a ver al siquiatra. Tras compartir sus problemas con él, esperaba algunas palabras profundas y llenas de sabiduría que le hicieran sentirse mejor. “Pues bien”, dijo de pronto el siquiatra, “he diagnosticado su problema. Usted tiene una autoestima muy baja, lo cual es muy común entre los perdedores”. Cuando se tiene una imagen negativa de uno mismo, se tiende a rodearse de personas que menosprecian a uno. Pero cuando sabe que Dios le ama y que Él quiere darle el fin que espera (lee Jeremías 29:11), su perspectiva cambia por completo. Con el Señor no puedes perder; aunque tropieces y caigas, Él te ayudará a levantarte, a aprender de la experiencia y a seguir adelante. Cuando te miras a ti mismo, tiendes a ver a alguien que comete errores y que fracasa, ¿verdad? Pero cuando empieces a mirarte en el espejo de la Palabra de Dios, verás a alguien transformado “…en su misma imagen…” (2 Corintios 3:18b).
¿Has ido alguna vez a un mercadillo de artículos de segunda mano, o a una tienda de antigüedades en busca de una ganga? Para el ojo inexperto, la mayoría de las cosas parecen basura; hasta puede imaginar que hayan acumulado polvo y moho en el ático de alguien. Pero unos ojos expertos pueden ver tesoros ocultos, objetos que solo necesitan una buena limpieza, ser pulidos y restaurados para que sean de mucho valor de nuevo. Pues bien, Dios es el que tiene los ojos más expertos que nadie del mundo. Cuando el enemigo te diga que no vales “ni un céntimo”, el Señor mira en tu interior y ve tesoros escondidos. Y cuando le pones en el “trono” de tu vida, Él te capacitará para que superes tu pasado, resistas la tentación, rompas las limitaciones que tú mismo te has puesto, y empieces a aceptar que eres de muchísimo valor para Él.

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