… mi fortaleza y mi canción es el Señor… (Isaías 12:2).
La música afecta a todas las personas aunque de manera diferente. El compositor la oye en su imaginación. La audiencia la escucha con sus sentidos y emociones. Y los miembros de la orquesta oyen más claramente, el sonido de los instrumentos porque los tienen más cerca.
En cierto sentido, nosotros integramos la orquesta de Dios. A menudo, solamente escuchamos la música que está más cerca. Como no captamos la armonía general, somos como Job, quien clamó en su sufrimiento: Y ahora yo soy objeto de su burla, y les sirvo de refrán. Job 30:9
El patriarca rememoraba el respeto que le tenían los príncipes y los oficiales. De su vida decía: Cuando lavaba yo mis pasos con leche, y la piedra me derramaba ríos de aceite. Job 29:6 Pero ahora era objeto de burla, y se lamentaba: Se ha cambiado mi arpa en luto (30:31). Le faltaban muchísimos instrumentos a esa sinfonía, y Job no podía escuchar la armonía completa.
Quizá hoy, solamente oigas las notas melancólicas de tu violín. Pero no te desanimes. Cada detalle de tu vida está incluido en la partitura divina. O tal vez solo escuches una flauta vibrante. Entonces, alaba al Señor por ella y comparte tu gozo.
Estamos interpretando la obra maestra de la redención, y Dios es el compositor de nuestra vida.
Señor, tu música es perfecta. Confío en ti.
Confiar en la bondad de Dios pone una canción en el corazón.
La música afecta a todas las personas aunque de manera diferente. El compositor la oye en su imaginación. La audiencia la escucha con sus sentidos y emociones. Y los miembros de la orquesta oyen más claramente, el sonido de los instrumentos porque los tienen más cerca.
En cierto sentido, nosotros integramos la orquesta de Dios. A menudo, solamente escuchamos la música que está más cerca. Como no captamos la armonía general, somos como Job, quien clamó en su sufrimiento: Y ahora yo soy objeto de su burla, y les sirvo de refrán. Job 30:9
El patriarca rememoraba el respeto que le tenían los príncipes y los oficiales. De su vida decía: Cuando lavaba yo mis pasos con leche, y la piedra me derramaba ríos de aceite. Job 29:6 Pero ahora era objeto de burla, y se lamentaba: Se ha cambiado mi arpa en luto (30:31). Le faltaban muchísimos instrumentos a esa sinfonía, y Job no podía escuchar la armonía completa.
Quizá hoy, solamente oigas las notas melancólicas de tu violín. Pero no te desanimes. Cada detalle de tu vida está incluido en la partitura divina. O tal vez solo escuches una flauta vibrante. Entonces, alaba al Señor por ella y comparte tu gozo.
Estamos interpretando la obra maestra de la redención, y Dios es el compositor de nuestra vida.
Señor, tu música es perfecta. Confío en ti.
Confiar en la bondad de Dios pone una canción en el corazón.
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