martes, 6 de octubre de 2015

El Maestro Sigue Aprendiendo

Llegó una carta al hogar del anciano profesor, jubilado tras enseñar y graduar a muchas generaciones de letrados.
La carta venía de James, un estudiante normal que se había esforzado grandemente para aprobar las clases del profesor, cosa que finalmente logró.
Muchos años después de graduarse, James había asumido un importante cargo de liderazgo en su compañía, pero a veces se sentía incómodo.
James, en la carta, le hacía una breve pero desesperada pregunta a su profesor, a quien consideraba la persona más sabía que jamás hubiese conocido, aunque sabía que pudo haber hecho un mejor trabajo caso de haber aprovechado bien las lecciones de su antiguo profesor.
“Maestro, no estoy seguro de si todavía continúa desempeñando su cargo, pero quisiera preguntarle si sería posible regresar para intentar aprender de nuevo las cosas que me perdí en la escuela, y así aprovechar su sabio consejo y enseñanzas”.
Las arrugadas manos del anciano profesor sostuvieron la carta en el aire, y se quitó las gafas para contemplar el cielo un momento, suspirar y tomar el viejo bolígrafo rojo que siempre había usado, y usó en su día para calificar las pruebas de James. El bolígrafo rojo nunca había sido usado para degradar las pruebas de James, sino para añadir notas de comentarios y preguntas de reflexión a los márgenes. 
La breve nota del anciano profesor decía:
Querido James,
Sería un placer tenerte de vuelta para que yo pueda continuar aprendiendo de ti.
Nuestra perspectiva de la vida está, muchas veces, influenciada por la opinión que los demás tengan de las cosas. Resulta que tendemos a aceptar como cierto lo que los demás piensan, en especial si se trata de la mayoría. Pero la verdad es que a veces las cosas pueden ser muy distintas.
Si bien es cierto que siempre vemos al estudiante como aprendiendo del maestro, quienes hemos desarrollado el rol del segundo sabemos que muchas veces es el maestro quien más aprende… aunque no sea evidente a primera vista. Esto dependerá, por supuesto, de que tengamos un espíritu enseñable, y de que estemos dispuestos a aprender de los demás.
Quienes así lo hagan, nunca dejarán de aprender y se convertirán en personas cada vez más sabias.
¿Seremos una de esas? 

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