Sin embargo, poco se da cuenta el hombre y la mujer lo que significan en sí mismos. El cuerpo humano tiene una gran capacidad de hacer cosas realmente increíbles. Tenemos como ejemplo: la nariz puede recordar unos cincuenta mil olores diferentes; el cerebro puede leer hasta mil palabras por minuto, como también puede producir electricidad suficiente para encender una bombilla. Si el cerebro fuera un ordenador, realizaría treinta y ocho mil millones de operaciones por segundo. Los huesos son más resistentes que el acero; los ácidos estomacales pueden disolver un objeto de metal, en fin, son tan solo una muestra de su poder. Lo lamentable de esto, es que el hombre no se ve a sí mismo como algo grandioso e increíble, y aprovecha poco las capacidades que posee.
Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo de hombre para que lo visites? Lo hiciste un poco menor que los ángeles. Lo coronaste de gloria y de honra, y lo pusiste sobre la obra de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies. Hebreos 2: 6-8.
La posición del hombre ha quedado establecida desde el momento mismo de su creación. No es comparable nada de lo creado por Dios; “lo pusiste sobre la obra de tus manos” es una declaración tremenda. El ser humano, el hombre y la mujer, son de la mayor importancia no solo para Dios Creador sino también, para sí mismo, o sea, las personas deben valorarse, creerse lo que son. Causa dolor que alguien maltrate su cuerpo con las drogas, el alcohol, o con el tabaco. Dios siente pena cuando un hombre se rebaja a sí mismo. Es triste ver a un borracho doblado y casi sin poder caminar, también lo es, cuando existiendo muchas advertencias, se envenena llenando sus pulmones de tabaco, o contemplar a aquél que deambula, tambaleándose incluso, con sus ojos vidriosos y vacíos a causa de la droga. Podríamos ocupar mucho tiempo hablando de todo el daño que se hace la persona, consciente o inconscientemente, pero no debería ser así. Cristo Jesús vino a recuperar la dignidad del hombre y de la mujer, el que fue esclavo o esclava del pecado, ya no lo es, y solo por creer.
Mi amigo o amiga, es el momento de cambiar su estilo de vida, estilo que a usted mismo le provoca vergüenza. Seguro que lo ha intentado pero no ha podido; ¿por qué no comienza de nuevo, pero esta vez acompañado por Jesús?, porque Él venció las consecuencias del pecado por usted, sígalo.
Mi amigo o amiga, es el momento de cambiar su estilo de vida, estilo que a usted mismo le provoca vergüenza. Seguro que lo ha intentado pero no ha podido; ¿por qué no comienza de nuevo, pero esta vez acompañado por Jesús?, porque Él venció las consecuencias del pecado por usted, sígalo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario