“Os recomiendo, además, a nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo. Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no solo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo. Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros. Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo. Saludad a Amplias, amado mío en el Señor. Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo Jesús, y a Estaquis, amado mío. Saludad a Apeles, aprobado en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor. Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor. Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía. Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los hermanos que están con ellos. Saludad a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los santos que están con ellos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo.”
Romanos 16:1-16
Pablo, al finalizar su carta a los Romanos, envía saludos específicos a veintiséis hermanos de esa iglesia: 1) Priscila, 2) Aquila, 3) Epeneto, 4) María, 5) Andrónico 6) Junias, 7) Amplias, 8) Urbano, 9) Estaquis, 10) Apeles, 11) Aristóbulo 12) Herodión, 13) Narciso, 14) Trifena, 15) Trifosa, 16) Pérsida, 17) Rufo, 18) Asíncrito, 19) Flegonte, 20) Hermas, 21) Patrobas, 22) Hermes, 23) Filólogo, 24) Julia, 25) Nereo, y 26) Olimpos.
Al observar esa lista de veintiséis nombres, los estudiosos señalan que los saludos de Pablo fueron para romanos y griegos, para judíos y gentiles, para hombres y mujeres, para esclavos y ciudadanos prominentes. Esta mención de nombres nos atestigua que en la iglesia primitiva se había trascendido las líneas culturales, sociales y económicas. Pablo, al escribirle a la iglesia en Galacia, expresa en Gálatas 3:28 “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”
Es interesante hacer notar que al enviar esos saludos, Pablo indica algunas características de las personas que menciona. Resulta interesante, porque Pablo, al escribir en 1 Corintios sobre el problema de la división en la iglesia, señala que él había bautizado a Crispo, a Gayo y a la familia de Estéfanas, pero que no sabía si había bautizado a alguno más en esa iglesia. (1 Corintios 1:14-16) Mas aquí en Roma, en que se supone que, al momento de escribir esta carta, Pablo no había estado allí, a pesar de eso menciona situaciones específicas de la labor que esas personas habían realizado.
El único conocimiento que la iglesia presente tiene de la labor de esas personas, en muchas ocasiones hubiese sido desconocida si Pablo no las mencionase en estos saludos. Hubiesen sido obreros de Cristo anónimos. Es más, algunos de ellos solamente conocemos su nombre porque están incluidos en esta lista.
A través del ministerio de Jesús, vemos que éste hizo llamados, reclutando y enviando obreros para su viña.
Reclutó a los apóstoles: Simón Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote (Lucas 6:14-16)
Reclutó a los setenta (70) y los envió de dos en dos (Lucas 10:1-12)
Reclutó a la iglesia para que fueran sus obreros en el mundo. "Id y haced discípulos a todas las naciones, batizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19-20)
Anteriormente, según el evangelista Juan, Jesús había levantado sus ojos a los cielos y orado “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” (Juan 17:14-19)
Jesús expresó: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” (Mateo 9:37,38)
La parábola de los talentos puede servir de marco para obtener varias enseñanzas:
La tarea que Dios asigna a cada uno sus obreros cristianos probablemente será diferente. A uno dio cinco talentos para que los administrara. A otro dio dos talentos. A otro uno.
La tarea que Dios asigna a cada uno de los obreros cristianos depende de la capacidad que tenga cada uno.
No importa la tarea que Dios ponga en cada obrero cristiano. Éste debe hacerla con responsabilidad.
Uno de los principios que distingue a los bautistas es el sacerdocio universal del creyente. ¿Qué significa el sacerdocio universal del creyente? Un creyente es regenerado por gracia una vez y para siempre por medio de la fe. Tiene libre acceso a Dios por medio de Jesucristo, el único sumo sacerdote. Y lo distintivo de este caso, es que el creyente es llamado a asumir su responsabilidad como ministro y siervo de otros. Esto lo convierte en un obrero de Cristo.
Hay diversas tareas a realizar en la vida de la iglesia. Los que forman parte de la iglesia tienen la responsabilidad de hacer su labor con un sentido de llamado vocacional. Son obreros de Cristo.
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