Esta palabra recuerda a Zaqueo quien tuvo la suficiente entereza, por su anhelo y necesidad, de querer ver a Jesús cuando pasaba por su ciudad; siendo pequeño de estatura, se subió a un árbol. Lo que también rememora la anécdota de la ranita, que no hacía caso a los comentarios de sus demás compañeras, y pudo llegar a la meta cuando salió del lugar pegajoso donde se encontraba. Lo curioso del caso es que ella pudo, pues cuando se dieron cuenta era sorda. Y a veces tenemos que hacernos los sordos, o los despistados, y así poder mantenernos en la posición correcta y seguir encaminados hacia la realización de los proyectos que anhelamos sean concretados. Poseer esta característica no siempre es fácil, de hecho son más los que abandonan o se convierten en desertores de sus sueños, que los que tienen el coraje de seguir persistiendo. Esto se debe a que ser constante implica que debemos ser disciplinados, como los soldados.
Pero debemos recordar la importancia que tiene, para que tus metas se cumplan, que estés acompañado del equipo ideal. Y el equipo perfecto que no debe faltar en tu vida son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Puedes tener a los tres cuando los aceptas y recibes en tu vida. Personalmente puedo decirles que si algo he logrado ha sido porque este equipo especial gobierna en mi vida. Todo se lo debo a Dios, quien me sostiene cuando las fuerzas faltan, quien me anima a no abandonar. Él es quien me hace aspirar a escalar montañas y me desafía a conquistar los mares de la adversidad. Con Dios en tu equipo tienes mayoría aunque los demás te falten o te abandonen.
Pero debemos recordar la importancia que tiene, para que tus metas se cumplan, que estés acompañado del equipo ideal. Y el equipo perfecto que no debe faltar en tu vida son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Puedes tener a los tres cuando los aceptas y recibes en tu vida. Personalmente puedo decirles que si algo he logrado ha sido porque este equipo especial gobierna en mi vida. Todo se lo debo a Dios, quien me sostiene cuando las fuerzas faltan, quien me anima a no abandonar. Él es quien me hace aspirar a escalar montañas y me desafía a conquistar los mares de la adversidad. Con Dios en tu equipo tienes mayoría aunque los demás te falten o te abandonen.
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