domingo, 20 de septiembre de 2015

Favor sobrenatural

Cuando comencé a ministrar por primera vez, estaba asustada. Tenía miedo de ser rechazada. En aquellos días, para una mujer hacer lo que yo hacía no era tan habitual como hoy, tiempo en el que las mujeres predicadoras son aceptadas más generalmente. Así que, me incliné hacia atrás para hablar y me comporté de la manera que pensé que se esperaba de mí.
Mi problema era que estaba tratando de ganar el favor natural, y mi trabajo no funcionó como quería. Tratar de obtener el favor por usted mismo no es solamente un arduo trabajo, sino que es muchas veces inútil. Mientras usted más se esfuerza, menos personas son atraídas hacia usted.
gods handEn ese momento, yo no sabía nada acerca del favor sobrenatural. Yo no sabía que este favor es una parte de la gracia. De hecho, en el Nuevo Testamento las palabras gracia favor están ambas traducidas de la misma palabra en griego: charis. Así que, la gracia de Dios es el favor de Dios. Y la gracia de Dios hace que cosas que necesitan pasar en nuestras vidas, pasen a través del canal de nuestra fe. Es el poder de Dios viniendo a través de nuestra fe, el que hace lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. No es por el poder humano o por la fuerza humana, sino por el Espíritu Santo por el que recibimos favor. Es por el Espíritu Santo como se encuentra favor o gracia para el hombre.
Una vez que usted le cree a Dios por gracia sobrenatural, eso alivia el estrés que se acumula en usted. En lugar de tratar de hacer todo por usted mismo, simplemente hágalo lo mejor posible y deje los resultados a Dios.
Por otro lado, es preciso que establezca la distinción entre el favor natural y el favor sobrenatural, según se relaciona éste con el poder espiritual. El favor natural puede ser ganado, mientras el favor sobrenatural y el poder no pueden.
Si su trabajo es lo suficientemente arduo y prolongado, puede tener gente que guste de usted y lo acepte la mayor parte del tiempo. Pero esa aceptación debe ser mantenida, y ahí es donde la mayoría de las personas tienen problemas. Decir y hacer todas las cosas correctas se convierte en una forma de atadura.
A Dios no le satisface sobremanera que nosotros invirtamos nuestro tiempo y energía tratando de ganar el favor de otros. Él desea que nosotros dediquemos nuestro tiempo y energía caminando en su favor sobrenatural, a través del Espíritu, haciendo su voluntad, no importa si se es popular o no. Nosotros no podemos ganar su favor; es un puro regalo de Dios. Y la forma en como lo adquirimos es simplemente creyéndolo para así, recibirlo de Dios.
Por esa razón, yo oro diariamente por favor, favor sobrenatural. Dios da gracia al humilde, y es uno de mis deseos que su poder espiritual sea liberado a través de mi vida, mis palabras y mis acciones.
Cuando conocemos que todo lo que tenemos y disfrutamos es un regalo de Dios, que el resultado de su favor sobrenatural está sobre nosotros, entonces no nos queda otra cosa que hacer sino decir: “Gracias Señor”.
Verá, desde niño Jesús caminó en favor sobrenatural para con Dios y los hombres. De hecho, una vez comenzó su ministerio público, se hizo tan popular que difícilmente encontraba tiempo para orar y tener relación con su Padre celestial. Hasta aquellos que no creían en Él reconocieron que Él disfrutaba el favor de Dios. Cuando los fariseos enviaron guardias para arrestar a Jesús, regresaron diciendo: “Ningún hombre habló como este hombre habla” (Juan 7:46). Hasta en el final de su vida, en la cruz, ese favor y poder especial fue reconocido (Lucas 23:47-48).
Esa es la forma en que nos deberíamos ver a nosotros mismos, como los favorecidos del Señor. Él no nos ve como débiles, impotentes, criaturas pecadoras. Él nos ve vestidos de justicia, calzados con los zapatos de paz, vestidos con toda la armadura de Dios y empuñando la espada del Espíritu, que es la Palabra del Señor. Así es como debemos vernos.
No importa cómo podamos parecer ante nosotros mismos y ante otros, porque ante todo, nunca debemos olvidar que Dios puede causar que la luz de su favor brille sobre nosotros, igual que lo hizo con Jesús, para que nosotros también crezcamos en sabiduría y poder.
Deje de ver su vida como algo natural. Así, usted no le está dando a Dios ningún crédito por lo que Él puede hacer.

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