El periódico suizo Le Matin publicó el 16 de diciembre de 1996 una interesante noticia. El Estado de Israel estaba estudiando un proyecto, Apocalipsis en el año 2000, en el que se pretendía invitar a los turistas a presenciar el fin del mundo en Meguido, lugar donde la Biblia sitúa el Armagedón. Usando las tecnologías más innovadoras y las convencionales querían reproducir escenas apocalípticas del triunfo final del bien sobre el mal. Esta “Disneylandia... escatológica” tenía una finalidad comercial, atraer a diez millones de visitantes cristianos. El Vaticano, sin saberlo, iba a colaborar, pues de 1997 al 2000, los peregrinos que visitasen Tierra Santa recibirían una indulgencia especial del papa.
En los medios teológicos se ha producido un cierto proceso de secularización de la esperanza. Se han desarrollado varias ideas que afirman que la realización de la esperanza cristiana se produce a través de acontecimientos históricos, generados por los seres humanos. Por si fuera poco, la vulgarización y trivialización con la que algunos han tratado el fin del mundo y su deducida proposición o corolario, la segunda venida de Cristo, han dado lugar a que este tema se haya convertido en algo incierto, fantasioso, irrisorio, especulativo e irreal para los más escépticos.
Es evidente que toda esa parafernalia grotesca de la que se ha rodeado el advenimiento del Señor, es una señal de la historia que cumple la advertencia de Cristo: grandes señales y prodigios de falsos cristos y supuestos profetas que seducirían incluso a los escogidos. Por eso tenemos que estar prevenidos, pues tratarán de ridiculizar nuestro mensaje y poner en duda la esperanza cristiana en el advenimiento. Sin embargo, esta viva esperanza es la gran respuesta que la iglesia tiene hoy para el hombre moderno, cargado de inquietudes respecto al futuro, totalmente intoxicado y confundido por la depauperación que han sufrido las expectativas de la esperanza cristiana.
Jesús advirtió que antes de su venida habría muchos charlatanes y engañadores predicando disparates con Biblia en mano, para engañar a mucha gente, quienes pagarían muy caro su descuido en el estudio de las Escrituras dando oídos a estos embaucadores, y siguiendo su “comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias pasiones” (2 Timoteo 4:3). Lamentablemente, “apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, de hipócritas y mentirosos, cuya conciencia está cauterizada” (1 Timoteo 4:1, 2).
¿Estás preparado para mantenerte fiel a la Santa Palabra de Dios?
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