¿De qué nos sirve adquirir un conocimiento acerca de Dios, si quizá es erróneo?; ¿por qué somos tan acomodaticios y preferimos creerle a todo el mundo excepto a la verdad que está escrita en el libro sagrado “la Biblia”? Ahora bien, no se trata de que todas las personas que hablan en nombre del Señor, son unos mentirosos o falsos predicadores; no, se trata de que no debemos poner exclusivamente nuestra mirada en ellos por muy certeras que sean sus prédicas; sobre todo, debemos creer siempre en Jesucristo, creer en su palabra; de lo contrario, podemos caer muy fácilmente en el legalismo, la religiosidad o tradicionalismo, y esto Dios lo aborrece. Él desea que le amemos con total libertad, Él quiere que vivamos su palabra, que lo experimentemos a Él en toda su plenitud. Seamos oidores, habladores y hacedores de la palabra de Dios. Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. Santiago 1:22 (Dios Habla Hoy).
Estudia la Biblia sin ningún tipo de ayuda adicional, ayuda que utilizan muchas personas para, supuestamente, comprender mejor la palabra; esto es falso, al único que necesitas para comprender la palabra es al Espíritu Santo de Dios. Ora fervientemente, entrégate con pasión a Jesucristo, búscalo, ámalo e imítalo. Él, en su gran bondad e infinita gracia, te concederá el entendimiento que necesitas para comprender su palabra, Él no dejará huecos en tu mente y en tu corazón, acerca de lo que quieres saber de Él. La clave está en que no desviemos nuestra mirada de su rostro, en que confiemos solo en Él. Cualquier cosa que no esté alineada con su palabra desechémosla inmediatamente, así venga de parte de un supuesto experto espiritual o un siervo de Dios. Ten en cuenta siempre la palabra, deja la pereza a un lado y escudríñala, compara lo que escuchas y lo que lees con lo que está escrito en la Biblia, en la palabra de Dios. No nos traguemos todo, pongamos nuestra confianza solo en Dios. “Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! Jeremías 17:5 (Nueva Versión Internacional).
La excusa de muchas personas para no entregar su corazón a Jesucristo, es que se conforman con lo que han aprendido durante toda su vida acerca de Dios, pero ¿dónde está entonces su discernimiento? ¿A quién están siguiendo en realidad? ¿A quién están mirando?
Estudia la Biblia sin ningún tipo de ayuda adicional, ayuda que utilizan muchas personas para, supuestamente, comprender mejor la palabra; esto es falso, al único que necesitas para comprender la palabra es al Espíritu Santo de Dios. Ora fervientemente, entrégate con pasión a Jesucristo, búscalo, ámalo e imítalo. Él, en su gran bondad e infinita gracia, te concederá el entendimiento que necesitas para comprender su palabra, Él no dejará huecos en tu mente y en tu corazón, acerca de lo que quieres saber de Él. La clave está en que no desviemos nuestra mirada de su rostro, en que confiemos solo en Él. Cualquier cosa que no esté alineada con su palabra desechémosla inmediatamente, así venga de parte de un supuesto experto espiritual o un siervo de Dios. Ten en cuenta siempre la palabra, deja la pereza a un lado y escudríñala, compara lo que escuchas y lo que lees con lo que está escrito en la Biblia, en la palabra de Dios. No nos traguemos todo, pongamos nuestra confianza solo en Dios. “Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! Jeremías 17:5 (Nueva Versión Internacional).
La excusa de muchas personas para no entregar su corazón a Jesucristo, es que se conforman con lo que han aprendido durante toda su vida acerca de Dios, pero ¿dónde está entonces su discernimiento? ¿A quién están siguiendo en realidad? ¿A quién están mirando?
Es triste ver cómo muchas iglesias manipulan el pueblo de Dios, y lo llevan a sujetarse al criterio y la voluntad de sus dirigentes, de sus tradiciones y legalismos; pero lo más triste, es que el pueblo de Dios se someta a la voluntad del hombre y de las tradiciones fundadas por él mismo en lugar de someterse a Dios.
Mucho cuidado con lo que escuchas y con lo que ves, no te dejes impresionar por las obras, por lo sobrenatural o por el conocimiento; déjate impresionar por Jesucristo, que su palabra siempre esté por encima de todo lo que escuchas y lo que veas, que sea Él en todo momento quien gobierne tu mente, tu cuerpo, tu alma y tu espíritu.
Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de Él procede nuestra fe y Él es quien la perfecciona. (Hebreos 12:2). Sinceramente, ¿dónde están puestos tus ojos?, pero responde sin adiciones y sin omisiones, que sea una respuesta alineada con la palabra de Dios.
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