miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cuenta con tu mano

 A la edad de treinta y dos años a Daniel Mantilla se le diagnosticó esclerosis lateral primaria. Los dieciséis años siguientes le costaron su carrera, su movilidad y finalmente la vida.
Debido a su enfermedad no podía comer por sí mismo ni caminar; también combatió la depresión y el temor.
Pero a pesar de todo, nunca perdió el sentido de la gratitud. La evidencia es su lista de oración. Los amigos de su congregación le pidieron que hiciera una lista de sus peticiones para interceder por él. Su respuesta incluía dieciocho bendiciones por las que estaba agradecido, y seis preocupaciones por las cuales orar. Sus bendiciones superaban a sus necesidades por tres a una.
Daniel Mantilla había aprendido a estar contento.
Lo mismo ocurrió con la leprosa de la isla de Tobago. Un misionero de corta experiencia la conoció en un viaje misionero.
Aquel día, día final para ella, él conducía la adoración en una colonia de leprosos. Preguntó si alguien tenía una canción favorita.
Cuando hizo la pregunta, una mujer se volvió y dejó ver el rostro más desfigurado que se haya visto. No tenía orejas ni nariz. Los labios habían desaparecido. Pero levantó una mano sin dedos y preguntó: ¿Podemos cantar “Cuenta las riquezas que el Señor te da”?
El misionero comenzó a cantar pero no pudo acabar la canción. Después alguien comentó: "supongo que nunca podrá volver a cantarla". 
-No, respondió, la cantaré nuevamente, pero nunca de la forma en que lo hacía antes.
¿Espera que un cambio de circunstancias producirá un cambio en su actitud? Si es así, usted está aprisionado, encajonado, y necesita aprender a aligerar su equipaje.
El que tiene al Señor como su Pastor es mayor que el que no lo tiene en la vida.
Mira tus manos, y cuenta con ellas las bendiciones que ya has recibido. Te darás cuenta que no te alcanzan los dedos para ellos. Son más las bendiciones que los problemas en tu vida. Entonces no cuentes con los dedos y cuéntaselas a los demás.
Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. Génesis 49:25
Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Deuteronomio 28:2
Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien; corona de oro fino has puesto sobre su cabeza. Salmo 21:3

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