martes, 18 de agosto de 2015

Preocupación Innecesaria

“y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Una vez, quien fuera capellán del Senado de los Estados Unidos, abrió la sesión del Senado con esta oración: “ayúdanos, Señor, a hacer lo mejor hoy, de forma que no pidamos un préstamo para las dificultades del mañana. Sálvanos del pecado de la preocupación, para que no nos vengan daños como señal de nuestra falta de fe.”
Solemos dejar de disfrutar momentos de placer y felicidad, solo por el hecho de que estamos preocupados por luchas que solo afrontaremos en el porvenir. Y¿dónde está nuestra confianza en el Dios a quién servimos? ¿Por qué dudamos de la promesa de que siempre nos dará la victoria? ¿Por qué ignorar el hecho de que Él está y siempre estará a nuestro lado?
Es preciso que estemos preparados para vivir el hoy. Mañana será un nuevo día, y muchas cosas pueden acontecer hasta allí... o no acontecer nada. La preocupación anticipada a causa de las posibles dificultades, apaga nuestra sonrisa, empaña nuestro brillo, encubre nuestra esperanza, agravia nuestra fe. Yo no debo estar preocupado por el mañana porque creo en mi Señor, porque amo a mi Salvador, porque lo llevo en el corazón.
La preocupación desorbitada e innecesaria por el día de mañana "tira por la borda" nuestra paz, hiere nuestra alma y nos aparta de la presencia de Dios. Pero al caminar al lado del Señor la preocupación se va, y consigo también se va la duda y la incredulidad. Sabemos que ninguna lucha nos debe quitar la victoria, ni hoy ni mañana ni cualquier otro día.
Vivamos, entonces, el ahora plenamente relajados. Dejemos todo lo demás para después. No estemos ansiosos por los problemas que aún no llegaron. Es posible que nunca lleguen, y si llegan, enfrentémolos con la fuerza del Señor. Estará con nosotros, peleará con nosotros, y juntos nos alegraremos por la victoria.

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