martes, 18 de agosto de 2015

Ojos brillantes

Tuve la posibilidad de ver un vídeo que en medio de un día común y corriente, transformó algo dentro de mí. El vídeo lo he vuelto a ver una y otra vez y sigue teniendo el mismo efecto increíble.
benjamin zanderBenjamin Zander es director de orquesta de la filarmónica de Boston y, con una sencillez y entusiasmo sin igual, logra transmitir tantas ideas de una manera tan locuaz, que es imposible quedar igual después de verlo. Dentro de sus míticas frases, él señala que cada uno de nosotros puede saber si está haciendo bien su trabajo o relacionándose bien con las personas, si a éstas les brillan los ojos después de conversar o pasar tiempo con ellas. Pero esto también es para todos nosotros, ¿cuánto tiempo hace que no se nos iluminan los ojos al hablar sobre algo a alguien? 
Tal pareciera ser que la vida se trata un poco de esto: de ojos brillantes. De encontrar una pasión, un sueño, una meta que queramos alcanzar. Que cuando encontremos “eso” que buscamos, podamos pasar horas y horas hablando de ello como si no existiese el tiempo, como si las palabras no se acabaran, como si fuera lo mejor que nos ha pasado. A la primera persona que le brillaron los ojos con tal magnitud fue a Jesús, y con esa luz brillante que se proyectaba en su mirada fue capaz de envolvernos e iluminarnos.
Imagino a Jesús hablando con sus discípulos y veo a alguien fascinante…si no, no lo hubiesen seguido ni escuchado. Imagino que cada vez que Jesús hablaba, sus ojos se iluminaban tanto que era imposible despegar la vista de Él, y seguro que los ojos de los discípulos brillaban también al escucharlo hablar. ¡Qué ganas de experimentar y de ver esos ojos brillar! Y en la realidad tenemos esa posibilidad.
La palabra de Dios bien nos dice que somos embajadores del Reino, lo que nos haría llevar una vestidura distinta en caso de que esto fuese muy concreto. Pero nuestra vestidura es más bien interna y si quisiéramos “destacar” el primer rasgo que los otros podrían identificar en nosotros, es “la luz de nuestro mirar”. Algo distinto debemos tener, algo de nosotros debe “brillar”.
Cuando hablas de Jesús y de lo que ha hecho por ti o por tu familia ¿te brillan los ojos? ¿Cuándo fue la última vez que miraste al cielo con ojos brillantes para pronunciar un enorme GRACIAS a tu Creador? ¿Eres capaz de despertar ojos brillantes en otras personas, cuando les cuentas lo bendecida que ha sido tu vida?

Ponte frente al espejo. Mírate a los ojos, ¿hay algo de brillo allí?

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