jueves, 20 de agosto de 2015

¡No puedo sonreír!

Cuando los problemas o circunstancias abundan, parece que el techo de casa se derrumba sobre nosotros, no tenemos ganas de seguir adelante y preferimos rendirnos.
Hay personas que prefieren irse a dormir, olvidarse de todo antes que ponerse triste; cuando empiezan a sentir tristeza en su interior, se van a dormir para no pensar y así estar mejor luego. Porque cuando duermes tratas de relajarte, lo que no deja de ser bueno, pero no siempre solucionarás todo durmiendo, no es normal.
Todos los seres humanos somos guerreros por naturaleza, siempre tratamos de ser los mejores, siempre estamos compitiendo por todo. Ya desde que el hombre existe ha tenido que luchar, pelear y sacrificarse por su alimento, y tenemos una prueba muy clara en lo que queremos llegar a ser.
Sonreír, por otro lado, es la facultad que Dios ha dado al hombre para demostrar un estado de ánimo bueno. La vida es bella aunque tenga miles de nubes grises. Personalmente, en casa es donde encuentro más problemas, y es verdad que a veces no he querido llegar a casa, porque los problemas que había en ella eran grandes y complicados, que sumados a los míos, eran demasiado para mí.
Pero no existe ninguna razón lo suficientemente importante para dejar de sonreír, tienes que tener, aunque llores, aliento, esperanza. Cuando sonríes sabes que no todo está perdido, que puedes hacer algo más para que todo salga mejor.
Quien te habla ha sido una persona muy sensible y frágil, pero ha aprendido a ser fuerte como un roble y a afrontar miles de circunstancias, familiares o personales.
Sin embargo, estoy agradecida hasta por esas situaciones desesperantes que se llevaron años de mi vida, que me dieron constantes dolores de cabeza, llantos peores que el diluvio (estoy exagerando), pero aquí estoy.
A veces, aquel problemilla es el escudo perfecto para que descubras, de golpe, cuál es el problemón que se ha estado escondiendo durante años, quizás desde la niñez, y que ahora ha llegado el momento de solucionar.
Así que agradece a aquellas personas que te lastimaron, porque gracias a ellas aprendiste a hacer y ser lo que eres ahora. Aprende de eso, sacúdete de lo malo y recibe lo bueno. Sé feliz, muy feliz.

Es tu decisión ser feliz, es tu decisión sonreír aunque sientas un agujero dentro de ti; ora en silencio, mira el cielo, contempla a una flor y recuerda que Jesús dijo que cuánto más no daría nuestro Padre por nosotros.

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