Cuando Antonio despertó, vio que estaba sobre una cama que no conocía, -¿Dónde estoy?, preguntó.
-Estás en un hospital, le dijo Pedro, estuviste a punto de morir ahogado. Debes agradecer a los socorristas que, a riesgo de sus propias vidas, lograron sacarte del agua; debiste hacer caso a los letreros de advertencia.
Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes. Marcos 13:23. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Lucas 21: 34No es lo mismo “ver” que “mirar”. Usted, en esta ocasión, está mirando lo que lee, pero si aparta la mirada del ordenador sin fijarse en nada concreto, está viendo. El muchacho de la historia miró el letrero que le advertía del peligro, pero hizo caso omiso. La Biblia contiene un sinnúmero de advertencias, letreros que instan a los creyentes a estar atentos a los peligros. Jesús, no en vano, utilizó mucho la expresión “mirad”, indicando que es necesario fijarse bien en todas las señalizaciones que han sido dadas, y que ayudarán a caminar con seguridad por las sendas de la fe. Por ejemplo, en el segundo versículo, advierte el Señor colocando tres letreros como señal de peligro: la glotonería, la embriaguez y los afanes; la Sagrada Escritura, la Biblia, contiene una cantidad enorme de avisos que ayudan a los hijos y a las hijas de Dios a estar atentos, y una última reflexión, el joven, por haber sido campeón de natación, se sentía seguro, tanto, como para no hacer caso de la advertencia; pero, ¡cuidado!, los campeones espirituales también se ahogan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario