jueves, 9 de julio de 2015

Un aterrizaje forzoso

"Gracias a la magistral pericia del piloto, 129 personas sobrevivieron", informó un diario sobre la increíblemente hábil maniobra del capitán de vuelo, el sueco S. Rasmussen. Ambos reactores del avión habían dejado de funcionar, y la aeronave tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia.
Un pasajero comentó: –No sólo tuvimos suerte, ¡sino que presenciamos un milagro! ¿Quién lo hizo? Realmente, ¿fue solo el piloto?; sin dejar de reconocer su mérito. 
¿Seguro que no estaba presente ese "Alguien" que guía el destino de todos los seres humanos y a quien se debería atribuir este milagro, es decir, Dios? Pero no se dijo nada de Él. ¿Nadie pensó en Dios y en la eternidad?
En cambio, así se expresó otro pasajero durante los momentos más críticos: –¡Vamos al infierno! ¿Habría ido él verdaderamente al infierno? Podría suponerse, porque cuando una persona no conoce el camino al cielo, va a “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44).
Esto es conmovedor, pero es la verdad, pues así lo dijo Jesús, el Hijo de Dios. Pero esto no es lo que Dios quiere para los seres humanos. Vino del cielo en la persona de su Hijo Jesucristo y nos abrió el camino hacia Él.
Todo aquel que está dispuesto a reconocer su propia incapacidad para salvarse por ser pecador, hallará en el Señor Jesús al Salvador que le preparó una eterna felicidad, y quien dijo: “Nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz. Job 33:28

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