domingo, 12 de julio de 2015

Lo que significa Tener al Espíritu Santo

Y aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, andadas las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después que creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera habíamos oído que hubiera Espíritu Santo. Hechos 19:1,2
¿Qué significa realmente tener al Espíritu Santo dentro de mí? Tener al Espíritu y ser lleno de Él, significa rendir completamente cada área de mi vida al señorío de Jesús. No mantener o reservar nada para mí mismo. Darle a Él todas las llaves de las puertas de mi vida. No tener espacio para la hipocresía. En el camino cristiano no se puede regatear con Dios.
Yo no puedo decirle a Dios: Señor, yo te daré tal área si Tú me das tal bendición o regalo.  No puedo negociar el camino de santidad con Dios. En la medida en que obedezco a Jesús y le permito a Él tener absoluto control en mi vida, en esa medida seré lleno del Espíritu Santo. Dios entonces, continuará expandiendo mi capacidad de ser lleno para el resto de mi vida, produciendo más y más de su carácter en mí, y multiplicando los frutos del Espíritu en mí.
El proceso de ser lleno del Espíritu es un proceso sin fin, nunca termina terrenalmente.  Yo nunca podré medir el alcance del amor de Dios. Nunca me cansaré de disfrutar de la frescura que suple todos los recursos de mi vida. No hay altura, ni alcance, ni límite a lo profundamente que yo puedo crecer en Cristo, su Espíritu continuará extendiendo sus límites y horizontes en mí. Esta es la razón por la cual, la gente verdaderamente santa rara vez es gente aburrida. Con el Espíritu Santo morando en mí, siempre habrá sorpresas  y nuevas experiencias. 
Pablo, al encontrar a ciertos discípulos, les hizo una interesante pregunta: ¿habéis recibido el Espíritu Santo? Ellos respondieron que ni sabían que había Espíritu Santo. Ellos fueron introducidos en una nueva experiencia, y sus vidas fueron nuevamente, sorprendidas por el Señor. Hoy quiero ser sorprendido nuevamente por el Señor y abrirme para que el Espíritu Santo haga en mí y a través de mí, lo que Él quiera. No hay límites para la obra del Señor por medio de su Espíritu en mi vida. Solo los límites que yo mismo pueda poner.
Señor, gracias por tus bondades, gracias por tus misericordias. ¡Cuán infinito es tu amor! Sé que caminando contigo y en obediencia, mi vida siempre estará llena de sorpresas. Quiero abrirme totalmente a la operación de tu amor y a la obra gloriosa de tu Espíritu. Grande eres, ¡oh Señor! Digno de ser alabado y glorificado. Hoy levanto mi mirada al cielo, y al contemplar los cielos puedo decir lo grande que es tu nombre, ¡oh Dios! Amén.

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