martes, 14 de julio de 2015

La hora exacta

Una historia cuenta que en un pequeño pueblo, un hombre, al ir todos los días a trabajar en la fábrica, siempre se detenía delante del escaparate de una tienda, permanecía allí unos segundos y después seguía su camino. Esto lo hizo varios años, dos veces al día.
El dueño del establecimiento estaba intrigado, quería saber por qué motivo aquel vecino miraba el escaparate pero nunca entraba en la tienda. Así que, un día decidió preguntarle qué era lo que le hacía detenerse y mirar. Esperó a que pasara, y cuando llegó le dijo:
 - Vecino, llevo muchos meses observando que usted se pone frente a mi escaparate, mira y luego se va. ¿Qué es lo que mira?
- Yo trabajo en la fábrica del pueblo, respondió el hombre, y una de mis responsabilidades es tocar la sirena a la hora de entrar al trabajo. Al ir cada día a la fábrica, paso por aquí para comprobar si el reloj que usted tiene en la pared lleva la hora exacta. Si hay alguna variación con el mío, adecuo mi reloj con el suyo y así toco la sirena en el momento exacto.
El comerciante lo había estado escuchando, primero con curiosidad y después con asombro, y cuando el hombre terminó su explicación le dijo:
- Pues mire lo que son las cosas de la vida, yo pongo en hora mi reloj cuando escucho el toque de la sirena de la fábrica. Cada vez que suena la sirena, yo miro mi reloj y si hay variación la corrijo, poniéndolo a la misma hora del toque de la sirena.
En muchas oportunidades hemos hecho ajustes para que nuestras vidas estén “a la misma hora” que la de los demás, sin darnos cuenta que el mundo se guía por modas, por cosas pasajeras que no aportan nada efectivo a nuestra vida.
Las tendencias de la moda, de la tecnología, de la sociedad, las nuevas leyes, ideologías, etc. no deben marcar nuestra vida; no debemos ajustarnos a todo lo que salga o a lo que haga y diga la gente. Sin embargo, todos tenemos la responsabilidad de alinear nuestras vidas a los principios divinos, que son inmutables y que nos fueron dados para nuestro bienestar.
“Las enseñanzas del Señor son perfectas, reavivan el alma. Los decretos del Señor son confiables, hacen sabio al sencillo. Los mandamientos del Señor son rectos, traen alegría al corazón. Los mandatos del Señor son claros; dan buena percepción para vivir”. Salmos 19:7, 8 (NTV)
El ser humano tiende a cambiar de parecer fácilmente, por las tendencias e ideologías que duran unos años, décadas, pero no permanecen, sea porque salen nuevos descubrimientos, porque surgen nuevos pensadores, porque las consecuencias no eran las esperadas  o por cualquier otro motivo.
“Dejen de engañarse a sí mismos. Si piensan que son sabios de acuerdo con los criterios de este mundo, necesitan volverse necios para ser verdaderamente sabios”. 1 Corintios 3:18 (NTV)
Muchas veces, por temor al qué dirán, por querer pertenecer al grupo, por estar a la moda, porque no queremos que se nos tache de anticuados o por lo que sea, hacemos cosas que van incluso en contra de nuestros principios, pero, ¿alguna vez te has puesto a pensar que tu vida podría ser ese reloj, en el cual la gente se fija para estar a la hora correcta?
La única forma en la que podremos estar en la hora correcta será comparando nuestra vida, pensamientos y acciones con la Palabra de Dios. Sé aquella persona por la que la gente se detenga a poner su vida en la hora correcta; no dejes que las tendencias te guíen, haz que tu vida guíe a los demás.

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