La esencia de Dios es Amor
Pero hay buenas noticias ¡aún está allí!, solo debemos despertarlo nuevamente. Para ello contamos con todo el apoyo del Espíritu Santo, quien es el verdadero proveedor del amor. Su anhelo es eliminar los obstáculos que bloquean o limitan la manifestación de sus dones a través de nosotros, y el amor no es uno más de ellos, es el compendio de todos, el más importante, y si le permitimos actuar, con mucho gusto lo hará y nos ayudará, pero debemos pedírselo en oración y ser constantes en ella.
Compartiendo los frutos del Espíritu Santo
Cuando nos volvemos a conectar a la fuente del amor (que es Dios mismo), comenzamos a recibirlo de forma abundante y sentimos la necesidad de compartirlo con otros. Lo maravilloso de esto es que aunque lo repartiéramos con todos las personas del planeta, nuestras reservas jamás se agotarían, cada vez tendríamos más, por una simple razón, los frutos del espíritu se multiplican cuando se comparten.
Las baterías del Amor se auto-recargan
Salvando las grandes diferencias, tomemos como ejemplo una presa hidroeléctrica con mucha agua embalsada en el cause de un río. Si subimos las palancas se abren las compuertas y el río comienza a pasar libremente, haciendo mover las turbinas y se genera electricidad; cuanto más se abren, más agua pasa entre ellas y más energía se produce. Con las personas pasa algo parecido, el agua embalsada es el amor de Dios que no debemos retener sino ponerlo en movimiento, nosotros somos la presa, la palanca que abre las compuertas son nuestras oraciones y las turbinas son los corazones que comienzan a funcionar y a producir amor divino.
Señor, te pido por todos los hombres y mujeres que hasta ahora, no han experimentado en sus vidas la imperiosa necesidad de compartir tu amor con todo el mundo. Quita los obstáculos que impiden la libertad de acción de tu Espíritu Santo en sus corazones; permite que tus dones fluyan libremente en ellos, para que otros al verlos, sean testigos de ese amor infinito que Tú sientes por la humanidad, y crean en ti. Amén.
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