domingo, 5 de julio de 2015

Despierta el Amor de Dios en tu Corazón / El Mayor de los Frutos del Espíritu Santo

Dios es amorTodos los seres humanos nacemos con la asombrosa capacidad de amar y de dar amor. Y es durante la infancia y en los primeros años de juventud, cuando la mayoría lo mostramos y brindamos de la forma más pura y desinteresada. Pero a medida que pasan los años vamos siendo afectados por la maldad que nos rodea, por las decepciones y engaños que nos endurecen el corazón..., lo que trae como consecuencia, un adormecimiento parcial de ese hermoso don llamado Amor.

La esencia de Dios es Amor

Pero hay buenas noticias ¡aún está allí!, solo debemos despertarlo nuevamente. Para ello contamos con todo el apoyo del Espíritu Santo, 
quien es el verdadero proveedor del amor. Su anhelo es eliminar los obstáculos que bloquean o limitan la manifestación de sus dones a través de nosotros, y el amor no es uno más de ellos, es el compendio de todos, el más importante, y si le permitimos actuar, con mucho gusto lo hará y nos ayudará, pero debemos pedírselo en oración y ser constantes en ella.

Compartiendo los frutos del Espíritu Santo

Cuando nos volvemos a conectar a la fuente del amor (que es Dios mismo), comenzamos a recibirlo de forma abundante y sentimos la necesidad de compartirlo con otros. L
o maravilloso de esto es que aunque lo repartiéramos con todos las personas del planeta, nuestras reservas jamás se agotarían, cada vez tendríamos más, por una simple razón, los frutos del espíritu se multiplican cuando se comparten. 


Las baterías del Amor se auto-recargan
Salvando las grandes diferencias, tomemos como ejemplo una presa hidroeléctrica con mucha agua embalsada en el cause de un río. Si subimos las palancas se abren las compuertas y el río comienza a pasar libremente, haciendo mover las turbinas y se genera electricidad; cuanto más se abren, más agua pasa entre ellas y más energía se produce. Con las personas pasa algo parecidoel agua embalsada es el amor de Dios que no debemos retener sino ponerlo en movimientonosotros somos la presala palanca que abre las compuertas son nuestras oraciones y las turbinas son los corazones que comienzan a funcionar y a producir amor divino.

Señor, te pido por todos los hombres y mujeres que hasta ahora, no han experimentado en sus vidas la imperiosa necesidad de compartir tu amor con todo el mundo. Quita los obstáculos que impiden la libertad de acción de tu Espíritu Santo en sus corazones; permite que tus dones fluyan libremente en ellos, para que otros al verlos, sean testigos de ese amor infinito que Tú sientes por la humanidad, y crean en ti. Amén.



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