Decidí decirle adiós a la angustia y al pesimismo. Gritarles fuerte: ¡AQUÍ NO VAIS A ENTRAR, NO OS CONVIENE! ¡Tampoco eres invitada, tristeza, a tratar de arrebatarme la felicidad! ¡Aquí solo hay cabida para las cosas que vienen junto al amor!
Decidí que con cada amanecer encomendaría mi vida a Dios, porque si Él está conmigo, de alguna forma, encontraré las fuerzas para no rendirme y caminar siempre adelante. Y esto a su vez, producirá en mí, el forjar caminos que motiven a otros a no dejarse llevar por la corriente ni rendirse.
Decidí cada día, recordar y tener muy presente que aunque amanezca nublado, el sol siempre vuelve a brillar y que la oscuridad nunca es total. Que si algo que no esperaba llegó a mi vida para desordenarla o producir confusión, Dios me ayudará a volver a ordenar todo y alejar la confusión de mí.
Decidí que cada día es una oportunidad nueva en la que yo procuraré ser mejor que ayer. Y cuando veo este nuevo día y pienso en el presente, trato de aprovecharlo de la mejor manera posible, para que luego no tenga cargos de conciencia por las cosas que no hice, debiéndolas hacer, o por las cosas que sí hice y no debí hacer.
Decidí cada día, recordar y tener muy presente que aunque amanezca nublado, el sol siempre vuelve a brillar y que la oscuridad nunca es total. Que si algo que no esperaba llegó a mi vida para desordenarla o producir confusión, Dios me ayudará a volver a ordenar todo y alejar la confusión de mí.
Decidí que cada día es una oportunidad nueva en la que yo procuraré ser mejor que ayer. Y cuando veo este nuevo día y pienso en el presente, trato de aprovecharlo de la mejor manera posible, para que luego no tenga cargos de conciencia por las cosas que no hice, debiéndolas hacer, o por las cosas que sí hice y no debí hacer.
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