viernes, 19 de junio de 2015

También los demonios creen en Dios

“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”. Santiago 2:19
Tiemblan, porque lo conocen, saben de su poder, saben que es el Creador de todo y saben de su ira. Y saben que también nosotros los cristianos sabemos todas esas cosas y no temblamos; hasta lo consideramos normal.
Cuando Dios hablaba con Moisés, el pueblo temblaba y no quería estar cerca, al saber de la santidad y poder de un Dios tan grande.
Cuando Jesús se transfiguró, y se le aparecieron Moisés y Elías, los discípulos que acompañaban a Jesús, se postraron y tuvieron un gran temor. Siempre que la gloria de Dios apareció, hubo temor; porque la pecaminosidad de la carne no resiste a la santidad de Dios, y así debe ser el verdadero cristiano.
¿Tú tiemblas y tienes temor de Dios?, ¿tu corazón palpita más aceleradamente cuando lo alabas y te arrodillas ante su presencia?, ¿sientes el temor reverencial a su nombre?
Cada uno tendrá una repuesta sincera, no excusa porque la excusa es pecaminosa, pero un gran porcentaje de los cristianos en el mundo de hoy, ni tiembla, ni teme a Dios; y es importante no solo para el cristiano en sí, sino mucho más para los líderes y pastores, porque su congregación será lo que ellos son.
Hoy se escuchan quejas de que el cristianismo no progresa, que no produce frutos, ni siquiera se acerca a aquel cristianismo relatado en el libro de los Hechos, y ¿cuál es la diferencia?, somos hombres y mujeres iguales a aquellos pioneros, y tenemos muchas más posibilidades tecnológicas de conocer a Dios y su poder; además, Dios sigue siendo el mismo ayer que hoy y que siempre, y sigue realizando milagros; pero sigue faltando algo.
Hoy, en una campaña evangelista, el 90 por ciento de los asistentes son cristianos de iglesias convertidos o convencidos, y solo un 10 por ciento no conocen el Camino. De ese 10%, el 1 por ciento puede ser que se agregue a la iglesia; ¡qué lejos de aquellos 3.000 que se agregaron después de la predicación de Pedro! Hoy falta temor de Dios, pero temor, no miedo a Dios, ese temor que tiene amor, reconocimiento de un Dios soberano con control y soberanía sobre nuestras vidas, que sabe lo que hacemos, lo que pensamos, y que tiene un plan para nuestras vidas preestablecido que nos lleva a la vida eterna. 
Parece que no reconocemos a un Dios lento para la ira y grande en misericordia, un Dios que no da importancia a nuestra frialdad o falta de respeto hacia Él, y que por su misericordia sigue tratando con nosotros, respondiendo a nuestras oraciones y realizando milagros,... Y nos creemos grandes cristianos; hay veces que hasta muy livianamente oramos y mencionamos el nombre de Dios, como el de Juan o Pedro, etc.; pero distingamos que Dios es grande, omnipotente, omnisciente, todopoderoso, y que en cumplimiento del plan para salvarnos, envió a su Hijo que nosotros crucificamos y lo sepultamos, pero Él resucitó y por su gran misericordia vendrá nuevamente a buscar a aquellos que perseveren hasta el fin.
Los demonios tiemblan ante el nombre de Dios por el castigo que recibirán; pero nosotros no temblamos ante el nombre de Dios. Nos basta con solo pensar el castigo que tendríamos por nuestros pecados, si no nos tomamos las cosas en serio y somos, desde la cabeza hasta los pies, convertidos verdaderamente; así, nuestros corazones comienzan a temblar ante un Dios soberano y poderoso.
Es un asunto nuestro, es cuestión de que nos entreguemos con todo nuestro corazón, alma y cuerpo a Dios, y veremos que nuestras vidas comienzan a cambiar; en el temor a Dios se inicia la verdadera sabiduría.
Deseo servir a Cristo en mi vida, y que todo lo que Él me enseñó en casi 34 años de cristianismo, lo pueda aplicar a los demás en consejos y enseñanza, según las revelaciones y visiones que me ha dado en la vida que llevo.
Solo soy un siervo de Dios.

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