jueves, 18 de junio de 2015

La Gran Muralla de Nieve

Cuando el año 1814 empezó, tropas de suecos, cosacos, alemanes y rusos estaban a media hora de marcha de la ciudad de Sleswick. Unas noticias terribles del frente de los soldados venían todos los días. Se pensaba que el ataque final llegaría la medianoche del 5 de enero, día que se acercaba.
En las afueras de la ciudad, en el lado por donde vendrían los enemigos, había una casa solitaria, y en ella había una anciana creyente que oraba con fervor, con las palabras de un antiguo himno, para que Dios levantase una muralla alrededor de ellos, y así el enemigo no pudiera atacarles. En esa misma casa vivían su hija viuda, y su nieto, un joven de 20 años. Este oyó la oración de su abuela, y no pudo evitar decirle que no comprendía cómo podía pedir algo tan imposible, como que un muro se construyera alrededor de la casa para librarlos del enemigo. La anciana dijo:
– “Sin embargo, ¿crees que si fuera la voluntad de Dios construir una muralla alrededor de nosotros, sería imposible para Él?
Llegó la terrible noche del 5 de enero, y a la medianoche los soldados empezaron a entrar por todos lados. La casa de la que hablábamos estaba cerca de la carretera, y era mayor que las casas que estaban cerca que eran muy pequeñas. Sus habitantes miraban con ansias y temor, cómo los soldados entraban en una y otra casa para coger lo que quisieran; pero todos pasaron de largo de su casa.
Durante todo el día había habido una terrible nevada (la primera del invierno), y llegada la noche, la tormenta se hizo tan violenta que apenas se reconocía nada.
Al final, cuatro partidas de cosacos llegaron, porque la nieve no los dejó entrar antes en la ciudad por otro camino. Esta parte de las afueras estaba un poco lejos de la ciudad misma. Las casas cercanas a donde vivía la anciana, se vieron llenas con 50 o 60 de estos hombres salvajes. Fue una noche terrible para los que vivían en esa parte de la ciudad, llena a rebosar de tropas enemigas. Pero ni un solo soldado entró en la casa de la abuela; y en medio de los gritos de alrededor, y para asombro de la familia, ni siquiera se oyó un golpe en la puerta.
A la mañana siguiente, cuando salió el sol, vieron la causa. La tormenta había descargado una cantidad tal de nieve entre la carretera y la casa, que no se podía llegar allí.
– “¿Ves ahora, hijo mío,” -dijo la anciana- “que fue posible para Dios levantar una muralla alrededor de nosotros?”
Sofonías 3:17
El Señor está en medio de ti, poderoso, él te salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.

Salmo 89:8
Oh Señor, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú?, Poderoso eres, Señor. Y tu fidelidad te rodea.

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