miércoles, 10 de junio de 2015

En abundancia y en escasez

Debemos tener la particular disposición de dar gracias siempre por lo que uno ha recibido.
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1ª Tesalonicenses 5:18
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4.13
No cabe duda de que este versículo presenta un principio general de la vida espiritual, pero resulta mucho más interesante pensar en el significado que tiene dentro del contexto que estaba escribiendo el apóstol Pablo. 
El tema que viene tratando este segmento del capítulo 4 es, precisamente, la respuesta del cristiano frente a diferentes estados económicos. La iglesia de Filipo había enviado al apóstol una ofrenda, acción que le produjo gran alegría. Mas Pablo aclara inmediatamente que su alegría no es tanto por la ofrenda en sí, sino porque significa la oportunidad de dar a aquellos que andan nuevos en vida. En lo que a él se refería, señala que su gozo ante la ofrenda no es …porque tenga escasez, pues ha aprendido a contentarse, "cualquiera que sea mi situación".
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (4.11 y 12). Y luego agrega: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

La abundancia trae consigo, el particular desafío de no ceder frente a la soberbia que pueden producir las riquezas.
Tomemos nota de este contexto. Hay muchos desafíos que enfrentan al discípulo de Cristo que requieren tener un compromiso con Dios para ser sobrellevados victoriosamente. De todos ellos, sin embargo, ninguno pone al cristiano frente a un peligro tan grande como el tema del dinero. En otra carta, Pablo había declarado categóricamente: porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Timoteo 6.10). No hay nada que posea mayor capacidad para robar el corazón del hijo de Dios que los asuntos relacionados con el dinero.
¿A qué peligro, exactamente, se está refiriendo el apóstol en este pasaje? Al reto de vivir en la abundancia o en la escasez. La abundancia trae consigo, el particular desafío de no ceder frente a la soberbia que pueden producir las riquezas, confiando más en los tesoros de este mundo que en el Señor. La pobreza, por otro lado, nos desafía a no creer que el dinero es la solución a todos los problemas de la vida. El pobre es acosado por su necesidad a cada momento y puede llegar, desde una forma muy diferente al rico, a estar obsesionado también por el dinero.

El apóstol Pablo le escribe a los filipenses que había aprendido a vivir con contentamiento. Es decir, con esa particular disposición de dar gracias siempre por lo que uno ha recibido, sin fijarse en lo que a uno le falta. Es esa convicción profunda, de corazón, de que todo lo que tenemos, sea mucho o poco, viene de la mano de un Dios amoroso que no tiene obligación de darnos nada. Todo, al fin y al cabo, es un regalo. De allí la permanente felicidad del apóstol.
Señor mío,... no me des pobreza ni riquezas. Mantenme con el pan necesario, no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿quién es Jehová?, o que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios. (Proverbios 30.8 y 9).



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