jueves, 25 de junio de 2015

De todos modos…

Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Marcos 1:40-41
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible… Creo; ayuda mi incredulidad. Marcos 9:23-24
Últimamente Sonia lucha con problemas que no se los quiere decir a sus padres. En plena crisis de adolescencia, imagina que siempre se opondrán a ella. A las preguntas de su madre, ella replica: "De todos modos no quieres ayudarme".
Por otra parte, desde hace unas horas, Rosa trata de resolver un problema de matemáticas. Su padre le ofrece su ayuda, pero ella duda de sus conocimientos y responde: "De todos modos no puedes ayudarme….
¿Cuántas veces tenemos esta actitud escéptica cuando nos dirigimos a Dios? Sonia tiene un conflicto con sus padres,... ¿lo tendremos también nosotros con Dios? ¿Pensamos que Él no quiere ayudarnos?, ¿que es inútil orarle? O al igual que Rosa, ¿estamos tan inmersos en nuestras dificultades hasta el punto de que nos parecen insuperables? Quizá no lo reconozcamos, pero actuamos como si Dios no pudiese resolverlas.
Pero la Biblia afirma todo lo contrario: "De todos modos, Dios siempre está dispuesto a ayudarnos", y "de todos modos, Dios siempre es poderoso para ayudarnos". En el evangelio vemos a una persona decir a Jesús: “Si quieres…”, y Jesús afirma con amor: “Quiero”. Más adelante otra persona le dijo: “Si puedes”..., y Jesús le respondió: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Su poder es ilimitado, incluso si nuestra fe es débil. Sepamos, pues, decirle: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:23-24).

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