domingo, 7 de junio de 2015

Caminar con Él

Los que esperan en Dios tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán”. Isaías 40:31
En el Salmo 121 el salmista está en Jerusalén y tenía que volver a casa. Para ello, tenía que atravesar montañas en las que había animales y ladrones, y él se preguntaba: “¿de dónde vendrá mi socorro?”, y se contestaba “mi socorro viene del Señor”, porque Él ya ha caminado todo lo que nos falta por caminar. También dice: “no dará tu pie al resbaladero”: cuando camines por la montaña va a haber caminos resbaladizos pero no te vas a caer, vas a caminar a través de situaciones inseguras en las que parece que vas a caer, pero si caes te vas a volver a levantar.
“No se dormirá el que te guarda”: los dioses paganos se dormían, y los profetas de Baal gritaban para despertarlo. Pero no necesitamos despertar a Dios, PORQUE ÉL SIEMPRE ESTÁ DESPIERTO.
“El sol no te fatigará de día ni la luna de noche”: se creía que la luna generaba enfermedades mentales por parte de la gente con supersticiones. Pero Dios te va a liberar de todas esas tonterías; porque ¡tu socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra!
“Es tu sombra a tu mano derecha”: es tu guardador de tu entrada y tu salida, te va a bendecir con familias hermosas, cumplirás tus sueños, te va a ir bien en todas las áreas.
No podemos cambiar a nadie pero podemos cambiarnos a nosotros. Cada uno va a hablar de su propia carrera. Di esto: “nunca caminaré con gente complicada porque esa gente me amarga”. Elige la gente con la que quieres conectarte, que te dirigen hacia arriba.
Usa tus ojos para enfocarte en tu sueño, no para mirar a los demás. Nunca veas a los demás como víctimas, hay que tener compasión pero nunca lástima. No te pongas en el lugar de la víctima ni pongas en ella a nadie. La lástima te hunde, y ¡tú eres hijo del rey!
Piensa que, al tener intimidad con Él serás libre de todas las ataduras. Por ejemplo:
La atadura de heridas de la gente que nos ama: Sansón estaba metido en una cueva, escondido, y vinieron los de su pueblo de Judá y lo buscaron para decirle: “Sansón, tú les prendiste fuego a los enemigos, y ellos están muy enojados y nos quieren destruir a nosotros; por favor, te tenemos que entregar. Déjanos atarte con estas dos sogas para que podamos llevarte con los filisteos. Si no, nos van a matar a nosotros. Ellos eran los hermanos de Sansón y tenían que defenderlo, no atarlo; sabían que Sansón había sido levantado para vengarlos, para defenderlos, pero en vez de cuidarlo, lo querían entregar al enemigo.
La única manera de romper esa atadura de las heridas es perdonando.
El dolor es un intruso en tu mente y perdonar es sacarlo de ella. Si no lo haces, tendrás dos problemas: lo que te hicieron, más lo que ahora tú te estás haciendo a ti mismo. Pero perdonar no es olvidar, no es decir “no pasó nada”, esto no es posible, sino desatarte del mal que te hicieron y no dejar que el pasado se repita en el presente y que el dolor del ayer te siga lastimando ahora. Perdón, literalmente significa “desatarse”. No importa lo que tu mamá o tu papá o la gente te hicieron, pues cuando perdonas, rompes esa soga y eres libre en el Nombre del Señor.

¿Por qué caminar es el final? Después de que vuelas y corres no quieres caminar, pero es lo más importante; si yo camino con Dios, sabré volar y sabré correr, porque lo que sostiene mi volar y mi correr es mi caminar con Él, es mi relación diaria, mi comunión. La arena en el zapato (los problemas) nos molesta y nos quiere quitar nuestra comunión, pero ¡los que son como las águilas perciben las tormentas antes de que lleguen y empiezan a volar más alto!

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