miércoles, 20 de mayo de 2015

Sumergido en la depresión

A pesar de todo el ánimo que se tenga, aún con todas las buenas palabras que podamos recibir, en ocasiones es difícil entender que se debe continuar y no quedarse estancado llorando los fracasos.
depresionA veces, ciertas palabras monótonas y repetitivas no llegan a lo profundo de nuestro ser, y crean, de cierta forma, un resentimiento porque las personas que nos las dicen no se ponen en nuestro lugar, piensan que es sencillo opinar, simplemente lanzar una palabra,... pero un cliché así no es suficiente para nosotros.
Es en esos momentos cuando todo se nos hace esquivo; es en esos instantes cuando la depresión nos consume, y el deseo de quedarse en la cama recordando aquel buen tiempo nos tortura. Entonces es cuando debemos ser fuertes y sacar una pequeña garra de valentía, ir aunque sea arrastras al baño, darse una ducha...
La depresión puede calar muy profundamente en nuestro interior, la tristeza nos puede corroer y tratar de manipularnos, pero no tiremos la toalla. Yo debo reconocer que he sufrido mucho de esas épocas. Aún recuerdo cuando solía quedarme en la cama y me tapaba la cara con las sábanas, no tenía hambre y solo quería dormir.
Si usted sufre de depresión, haga un alto y crea de verdad, que usted no tiene por qué estar condenado a vivir con ella siempre. No tiene por qué ser parte de su vestimenta diaria. Sé que no se tienen ganas ni siquiera de salir a ver un poco el cielo, sé que se tiene un problema que involucra a toda la familia, sé que ni siquiera te vale que te digan que leas tal o cual Salmo.
Soy consciente y creo que las personas nos dan ese versículo de la Biblia para leerlo y ponerlo en práctica, y es con la mejor intención, pero no comprenden que hasta abrir un libro tan sabio como es la Palabra de Dios, llega a costar.
No desistas, no creas que ese es tu destino, mírate glorioso(a) y recuerda que si has abierto los ojos y sientes tu respirar, es porque un objetivo debes cumplir. Dios te ve, te escucha, sabe lo que estás viviendo y aunque no lo creas, Él es tu consuelo. En ese momento de dolores de cabeza, piensa que Dios en cualquier momento intervendrá.
La depresión es una enfermedad, y como tal necesita un remedio. Mientras las enfermedades físicas necesitan medicamentos, la depresión también necesita los medicamentos, pero del alma, y ese alma tiene dueño, es Dios; Él te la dio y Él puede sanarla.
Si cuando te enfermas o te urge un examen médico acudes a un doctor, cirujano, dentista, oftalmólogo, etc, cuando tu alma sufra periodos de inestabilidad, Dios es el especialista que te puede dar el remedio.
Háblale, implórale, clámale, dile muchas cosas de tu estado, háblale con tu mente y con todo tu ser. Y Dios te dirá: anímate, sonríe, date una ducha, ponte linda.

La depresión es una enfermedad que tiene como curador a Dios.

Da el primer paso, ¡levántate de esa cama!

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