Es en esos momentos cuando todo se nos hace esquivo; es en esos instantes cuando la depresión nos consume, y el deseo de quedarse en la cama recordando aquel buen tiempo nos tortura. Entonces es cuando debemos ser fuertes y sacar una pequeña garra de valentía, ir aunque sea arrastras al baño, darse una ducha...
La depresión puede calar muy profundamente en nuestro interior, la tristeza nos puede corroer y tratar de manipularnos, pero no tiremos la toalla. Yo debo reconocer que he sufrido mucho de esas épocas. Aún recuerdo cuando solía quedarme en la cama y me tapaba la cara con las sábanas, no tenía hambre y solo quería dormir.
Si usted sufre de depresión, haga un alto y crea de verdad, que usted no tiene por qué estar condenado a vivir con ella siempre. No tiene por qué ser parte de su vestimenta diaria. Sé que no se tienen ganas ni siquiera de salir a ver un poco el cielo, sé que se tiene un problema que involucra a toda la familia, sé que ni siquiera te vale que te digan que leas tal o cual Salmo.
Soy consciente y creo que las personas nos dan ese versículo de la Biblia para leerlo y ponerlo en práctica, y es con la mejor intención, pero no comprenden que hasta abrir un libro tan sabio como es la Palabra de Dios, llega a costar.
No desistas, no creas que ese es tu destino, mírate glorioso(a) y recuerda que si has abierto los ojos y sientes tu respirar, es porque un objetivo debes cumplir. Dios te ve, te escucha, sabe lo que estás viviendo y aunque no lo creas, Él es tu consuelo. En ese momento de dolores de cabeza, piensa que Dios en cualquier momento intervendrá.
La depresión es una enfermedad, y como tal necesita un remedio. Mientras las enfermedades físicas necesitan medicamentos, la depresión también necesita los medicamentos, pero del alma, y ese alma tiene dueño, es Dios; Él te la dio y Él puede sanarla.
Si cuando te enfermas o te urge un examen médico acudes a un doctor, cirujano, dentista, oftalmólogo, etc, cuando tu alma sufra periodos de inestabilidad, Dios es el especialista que te puede dar el remedio.
Háblale, implórale, clámale, dile muchas cosas de tu estado, háblale con tu mente y con todo tu ser. Y Dios te dirá: anímate, sonríe, date una ducha, ponte linda.
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