miércoles, 20 de mayo de 2015

La tierra, el laboratorio de Dios

No desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día… no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2 Corintios 4:16-18. 
Inline image 1 (Extracto de una carta): 
Querido amigo, el Señor le somete a una larga y dolorosa prueba, pero créale, no será en vano. No podemos medir las consecuencias inmediatamente, porque muy a menudo Dios nos forma a la vez para la tierra y para el cielo, bajo la perspectiva de nuestro futuro con Jesús en el cielo. Esta tierra es el laboratorio de Dios para llevar a cabo su trabajo, sus planes celestiales y gloriosos, cuya duración es eterna.
Nos parece evidente, humanamente hablando, que Dios debería mostrarnos su amor haciendo las circunstancias de nuestra vida más soportables, sobre todo las que son más normales, como la vida familiar, el trabajo y la salud. Algunos creyentes gozan de estas cosas mientras que otros no las tienen. Pero la fe sabe ir más allá de lo que se ve. Dios nos enseña a juzgar las cosas según su escala de valores; nos enseña su lenguaje, su forma de ver, y se revela a nuestra alma como la rica compensación que nos permite abandonar lo que nos pide que dejemos. A partir de ahí, el fruto de la prueba nos da a conocer su paz, su compasión, y nos enseña a tener paciencia.

Pronto, tras haber pasado la prueba, conoceremos un excelente y eterno peso de gloria (2 Corintios 4:17). 
Entonces Dios secará toda lágrima de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4). 

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