HECHOS 16: 16-34
A través de este pasaje bíblico, tomando como ejemplo a Pablo y Silas estando en la cárcel de Filipos, vemos el poder en acción que tiene la alabanza cuando la dirigimos o entonamos directamente a Dios, independientemente de las circunstancias negativas, adversas o desfavorables en las que muchas veces nos encontramos. De hecho, incluso el poder de la alabanza se da en medio de situaciones difíciles. Veamos:
1. LA SITUACIÓN DE PABLO Y SILAS
- Fueron prendidos: les echaron las manos (verso 19a)
- Fueron traídos al foro: en la plaza ante las autoridades (vr. 19b)
- Fueron presentados a los magistrados: los jueces (vr. 20a)
- Fueron acusados de alborotar (desordenar) la ciudad (vr. 20b)
- Fueron acusados de enseñar costumbres ilícitas (vr. 21)
- El pueblo se agolpó contra ellos: se levantó, amotinó (vr. 22a)
- Los magistrados les rasgaron (quitaron, arrancaron) sus ropas (vr. 22b)
- Azotados por orden de los magistrados (vr. 22c, 23)
- Puestos en la cárcel y guardados por seguridad: vigilados con cuidado (vr. 23)
- Metidos en el calabozo de más adentro (interior): un lugar más profundo (vr. 24a)
- Aseguraron (sujetaron) sus pies en el cepo (vr. 24b)
2. LA ACTITUD DE PABLO Y SILAS
- A media noche oraron (vr. 25)
No sabemos con exactitud el estado de ánimo en que se encontraban, si estaban tristes o alegres. Tampoco era hora ni lugar de oración, sin embargo aquí los vemos orando y cantando (Mateo 5:10-12). En cierto sentido, es un cumplimiento de lo que dijo Santiago el hermano de Jesús, en la carta que lleva su propio nombre: “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración…” (Santiago 5: 13a). Ana también lo experimentó así (1 Samuel 1: 1-10), Jonás (2: 1, 2, 7, 9) el mismo Jesús (Mateo 26: 36-46; Marcos 14: 32-42; Hebreos 5: 7).
- A media noche cantaban himnos a Dios (vr. 25)
Himno: un canto de alabanza en las celebraciones, muy parecido a los Salmos del Antiguo Testamento que alababan a Dios por todo lo que Él es; relataban las obras de Dios, lo alababan por ellas y por todo lo que había hecho (Mateo 26: 30; Marcos 14: 26; Hechos 16: 25; Efesios 5: 19; Colosenses 3: 16). Un cántico directamente del corazón a Dios.
Resaltable aquí, en este versículo de Hechos, la especificidad del autor sagrado (Lucas), cuando expresa que Pablo y Silas “cantaban himnos a Dios” (vr. 25). De hecho, el centro de la alabanza es el mismo Dios y tiene que ser dirigida a Dios; porque la alabanza es de Dios: “Este pueblo he creado para mí; MIS alabanzas publicará” (Isaías 43: 21). Escudriñemos la siguiente cita bíblica (Efesios 1: 3-6)
¿No cree usted que la alabanza o el canto (como quiera llamarle) que suena, se oye diferente y se distingue cuando se incluye y se menciona a nuestro Señor Jesucristo, a Dios, al Espíritu Santo, a la Palabra de Dios misma (la Biblia)? ¡Canto y música sacra! ¡Identidad!
Tengamos cuidado con la música que hoy se está grabando y cantando en las iglesias cristianas, en la que no se sabe a quién va dirigida la letra del canto o la alabanza: si a Dios, a la mujer, a la naturaleza o a cualquier cosa. Recuerde que el único que merece gloria, alabanza, etc., es Dios y nadie más; por lo tanto, es bueno mencionarlo e incluirlo en lo que cantamos, que sea para ÉL. ¿Y qué decir de los nombres que tienen algunos “grupos” de alabanza? Tampoco mencionan a Dios y lo peor, ya no quieren llamarse “ministerio” de alabanza, sino mi “banda”. ¡Tremendo!
3. LOS RESULTADOS DE PABLO Y SILAS
- Sobrevino de repente un gran terremoto: un temblor fuerte (vr. 26a)
- Los cimientos de la cárcel se sacudían: se estremecían y temblaban (vr. 26b)
- Al instante se abrieron todas las puertas de la cárcel (vr. 26c, 27a)
- Las cadenas se soltaron instantáneamente (vr. 26d)
- La conversión del carcelero y su familia (vr. 27-34)
¡Fue una liberación sobrenatural, producto de sus himnos de alabanza a Dios! (vr. 25-27), muy a pesar de los latigazos, cárcel, calabozo, cepo (vr. 22-25). ¡Aquí tenemos el PODER DE LA ALABANZA EN ACCIÓN! ¡Sólo aquellos que lo alaban como se debe lo verán, experimentarán, vivirán y sabrán siempre! No queda otra que seguirlo alabando a tiempo y fuera de tiempo, independientemente de las situaciones o circunstancias difíciles, adversas, desfavorables y negativas que a diario se nos presentan en la vida, familia, hogar, iglesia, ministerio y en otras áreas.
No tenemos por qué esperar a estar bendecidos, saludables, bien económicamente o en otras áreas de la vida para alabarlo, glorificarlo, exaltarlo, darle gracias, adorarlo, etc., pudiendo hacerlo todas las veces posibles e independientemente de las dificultades, problemas, enfermedad, crisis, conflictos, escasez y mucho más (Números 21: 16-20; Josué 6: 4, 9, 13, 16, 20; Jueces 7: 19-25; 2 Crónicas 20: 19-28; Habacuc 3: 17-19).
Después de haber visto esta edificante Palabra preguntamos: ¿vale la pena seguirlo alabando muy a pesar de....? ¿Estamos listos, dispuestos a hacerlo? ¿Nos animamos de ahora en adelante, a alabarlo en toda circunstancia, lugar y tiempo? No olvidemos uno de los propósitos por el cual Dios nos creó: “para publicar Sus alabanzas” (Isaías 43: 21). Además, tengamos siempre en cuenta que el don de la vida también es para alabarlo (Salmos 102: 18; 118: 17; 150: 1-6; Isaías 38: 18-20). Y como dijo el mismo apóstol Pablo, también desde una celda, a los filipenses (carta que escribió estando preso en Roma): “Regocijaos en el Señor Siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4: 4). Además, no olvidemos que Dios habita en medio de la alabanza (Salmos 22: 3). ¡Hagámoslo con entendimiento! (Salmos 47: 7)
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