martes, 19 de mayo de 2015

Cristal y lágrimas

¿Sería esta semana, el mes en que estamos o los días nublados?, no lo sé, pero el caso es que estos días he andado especialmente llorona. Con más o menos razón, pero he llorado. Y he llorado bastante. Cuando ya me sentía casi ridícula por hacerlo tanto, a través de la lectura de un libro llegó a mí un alentador mensaje.
Cristal y lágrimasUna vez escuché que nuestras lágrimas eran el lenguaje del amor. Lenguaje con el cual lográbamos comunicarnos con Dios, y esto me alentó lo suficiente como para entender que es Él quien enjuaga mi rostro y seca mis lagrimones. Entendí que, a través de este “lenguaje”, me conectaba profundamente, con quien me había regalado la posibilidad de expresar mis penas, mis alegrías, mis triunfos y mis derrotas. Era mi forma de conversar con Cristo y mostrarle cómo me sentía.
A esta idea, ahora se suma aquella que, comentaba, descubrí en un libro: las lágrimas son el cristal de la esperanza. Si eres llorón o llorona como yo, te darás cuenta que después del llanto viene una sensación liberadora...incomparable. Es como si a través de cada lágrima que cayó, se fuera un poco de la pena o angustia que la produjo ¡Es una sensación de libertad! Y además de ser una experiencia liberadora, también es esperanzadora. Siempre que terminamos de llorar, el problema o lo que causó ese llanto es muy probable que continúe allí, pero lo distinto es la visión que ahora tenemos. Es muy probable que el mero hecho de exteriorizarlo a través del llanto, haga que se sienta que “ya no está tan dentro” sino que está empezando a “asomarse”, como la punta de un iceberg en medio del océano.
Las lágrimas también traen la esperanza; la esperanza de que ese llanto liberador pueda traer algo mejor cuando nos sequemos el rostro, la esperanza de que será la última vez que lloraremos por eso, la  esperanza de que no lloraremos toda la vida. En parte, las lágrimas también son un camino hacia la felicidad, todo depende del cristal con que las miremos y el valor que les demos.
Perder la esperanza es una de las razones por las cuales la gente tiene cuadros depresivos. Por ejemplo, perder la esperanza en la “vida”, en que en algún momento será mejor, en las personas, en que alguna vez cambiarán, en la justicia y en tantas otras cosas más que deberían ser de una manera pero resultan ser de otra. Es el “duelo del mundo justo”, darse cuenta de que no necesariamente las cosas son como las esperamos o deseamos, pero aún así, entender que en medio de ese duelo, hay un cristal, el cristal de la esperanza que nos regala Jesús. Él dice que nos da un futuro y una esperanza; lo dice en Su Palabra y nos lo recuerda todos los días, a cada instante de nuestros días. Cristo es nuestra esperanza en el día malo, en el día triste y en el día agotador. Él es nuestro cristal, nuestro cristal de la esperanza.


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