miércoles, 22 de abril de 2015

¿Qué dice la Biblia acerca del Purgatorio?

De acuerdo a la Iglesia Católica, el Purgatorio es “un lugar o condición temporal de castigo para aquellos que, dejando esta vida en la gracia de Dios, no se encuentran completamente libres de pecados veniales, o no han pagado totalmente a satisfacción sus transgresiones.” Para resumir, según la teología Católica, el Purgatorio es un lugar donde va el alma cristiana después de la muerte, para purificarse de los pecados que no han sido totalmente pagados durante la vida. ¿Está esta doctrina del Purgatorio de acuerdo con la Biblia? ¡Absolutamente no!
Jesús murió para pagar la pena por todos nuestros pecados (Romanos 5:8). Isaías 53:5 declara, “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados.” Jesús sufrió por nuestros pecados para que pudiéramos ser librados del sufrimiento. Decir que debemos de sufrir la paga por nuestros pecados, es decir que el sufrimiento de Jesús fue insuficiente. El decir que debemos expiar parte de nuestros pecados mediante la purificación en el Purgatorio, es negar la suficiencia del sacrificio expiatorio de Jesús. (1 Juan 2:2) La idea de que debemos sufrir por nuestros pecados después de la muerte, es contraria a todo lo que la Biblia dice acerca de la salvación.

El primer pasaje de la Escritura que señalan los católicos como evidencia del Purgatorio es 1 Corintios 3:15, el cual dice, “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.” Los pasajes (1 Corintios 3:12-15) son usados como una ilustración de cosas pasadas (filtradas) a través del fuego, como una descripción del juicio a las obras de los creyentes. Si nuestras obras son de buena calidad “oro, plata, piedras preciosas,” ellas pasarán a través del fuego sin sufrir daño, y nosotros obtendremos la recompensa por ellas. Pero si nuestras obras son de baja calidad “madera, heno y hojarasca”, ellas serán consumidas por el fuego y no habrá recompensa. Estos pasajes no quieren decir, según ellos, que los creyentes pasarán a través del fuego, sino que las obras de los creyentes serán pasadas por fuego.Sin embargo, 1 Corintios 3:15  se refiere al creyente “escapando a través de las llamas”, no “siendo purificado por las llamas.”
El Purgatorio, como muchos otros dogmas católicos, está basado en un malentendido de la naturaleza del sacrificio de Cristo. Los católicos ven la Misa / Eucaristía como una repetición del sacrificio de Cristo, porque no quieren comprender que el sacrificio de Jesucristo, hecho una sola vez y para siempre, fue absoluto y perfectamente suficiente (Hebreos 7:27). Los católicos ven las obras meritorias como una contribución a la salvación, pero se equivocan al no reconocer que el pago del sacrificio de Cristo no tiene necesidad de “contribuciones” adicionales (Efesios 2:8-9). De igual manera, el Purgatorio es entendido por los católicos, como un lugar de purificación en preparación para el Cielo, porque ellos no reconocen que por el sacrificio de Jesucristo, ya fuimos limpiados, declarados justos, perdonados, redimidos, reconciliados y santificados.
La idea misma del Purgatorio y de las doctrinas que con frecuencia se vinculan a él (rezar por los muertos, la indulgencia, las obras meritorias a favor de los muertos, etc.), todas fallan en reconocer que la muerte de Jesús fue suficiente para pagar la pena por TODOS nuestros pecados. Jesús, quien era Dios encarnado (Juan 1:1,14), pagó un precio infinito por nuestros pecados. Jesús murió por nuestros pecados (1 Corintios 15:3). Jesús es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados (1 Juan 2:2). Limitar el sacrificio de Jesús a la expiación solo del pecado original, o solo a los pecados cometidos antes de la salvación, es un ataque a la Persona y la Obra de Jesucristo. Si debemos, en algún sentido, pagar por ellos, expiar por ellos o sufrir por nuestros pecados, eso indica que la muerte de Jesús no fue un sacrificio perfecto, completo y suficiente.
Para nosotros, los creyentes, después de la muerte significa estar “ausentes del cuerpo y presentes al Señor” (2 Corintios 5:6-8Filipenses 1:23). Esto no dice “ausente del cuerpo, en el Purgatorio con el fuego purificador.” No, por el sacrificio perfecto, completo y suficiente de Jesús, después de la muerte estaremos inmediatamente en la presencia del Señor, totalmente purificados, libres de pecado, glorificados, perfeccionados y finalmente... santificados.



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