Apartar tiempo cada día para orar ayuda a desarrollar la constancia. Las complicaciones de la vida te robarán tus oportunidades de orar, así que es una buena idea hacer que tu día comience con la oración antes de que nada suceda.
Aunque verdaderamente es bueno orar por la noche, justo antes de dormir, hay bastantes probabilidades de que te quedes dormido antes de orar. El espíritu está dispuesto, pero la carne no siempre está en condiciones de tener estas conversaciones con Dios. Te sentirás más satisfecho con la oración, si eliges ciertas horas (o posiciones físicas) en las que tu cuerpo coopere un poquito más.
Ora todo el tiempo ofreciendo pequeñas oraciones de gracias, rápidos enunciados “Ve-delante-de-mí” y otros reconocimientos breves, que le expresen que no quieres pasar por eso que llaman vida por tu cuenta. Recuerda lo contento que Jesús se pone cuando usas el acceso que te concedió para llegar a Él. Puedes tener la seguridad de que Dios te quiere ahí con Él, y que espera con emoción, tus horas de oración más de lo que las esperas tú.
Un diálogo continuo con el Señor a lo largo de tus días es bastante precioso para Él. Uno de los indicativos de una magnífica relación entre una hija y su madre, es que pueden tener conversaciones espontáneas, así como también apartar una hora específica para conversar. Dios disfruta de ese tipo de relación con nosotros. Aunque no todas las oraciones deben ser mediante una cita. Eso puede hacer que la relación sea demasiado forzada y artificial.
Aunque hay varios tipos de oración mencionados en la Biblia, cada una de ellas es, sencilla y esencialmente, una conversación con el Señor. Por ejemplo, 1 Timoteo 2:1 utiliza palabras diferentes según las formas en la que te encontrarás acercándote al Señor en el nombre de Jesús. Veámoslas:
Un diálogo continuo con el Señor a lo largo de tus días es bastante precioso para Él. Uno de los indicativos de una magnífica relación entre una hija y su madre, es que pueden tener conversaciones espontáneas, así como también apartar una hora específica para conversar. Dios disfruta de ese tipo de relación con nosotros. Aunque no todas las oraciones deben ser mediante una cita. Eso puede hacer que la relación sea demasiado forzada y artificial.
Aunque hay varios tipos de oración mencionados en la Biblia, cada una de ellas es, sencilla y esencialmente, una conversación con el Señor. Por ejemplo, 1 Timoteo 2:1 utiliza palabras diferentes según las formas en la que te encontrarás acercándote al Señor en el nombre de Jesús. Veámoslas:
Rogativas (súplicas) – Peticiones respecto a necesidades específicas, especialmente cuando estás completamente seguro de tu incapacidad de pensar en una solución. Estás deprimido por tus carencias (sabiduría, dinero, otra oportunidad, paciencia o fortaleza), pero antes que sentirte humillado por tu necesidad, eliges pedirle humildemente a Dios que intervenga.
Oración — Es una conversación seria con Dios, puede que prolongada, para saber Su voluntad y pedirle consejo para tu vida en general. Te presentas ante el Señor con toda tu atención enfocada en Él, justo como hablarías abierta y profundamente con un consejero de confianza o con tu mejor amigo. Le pides que te diga cualquier cosa porque tu deseo principal es que te oriente hacia la dirección que Él prefiera.
Peticiones (intercesión) – Una serie de preguntas dirigidas al Señor, muy parecidas a las de una entrevista con una persona respetable y de autoridad. Le haces preguntas referentes a cualquier cosa que te interese, y hablas con Él acerca de tu vida, matrimonio, futuro o ministerio. Tienes la oportunidad de contrastar opiniones con Él acerca de asuntos importantes y serios a los que te enfrentas, y cuando terminas de dialogar, queda muy poca duda de su opinión de cada asunto.
Acciones de Gracias (dar las gracias) – Expresiones enérgicas de gratitud y adoración, diciéndole al Señor cuánto lo aprecias por quién es Él y por lo que ha hecho en tu vida. Las gracias pueden ser profundamente conmovedoras, como por ejemplo, un esposo agradeciéndole a su esposa por diecisiete años de un buen matrimonio, o como simplemente, agradecerle a un amigo por llevarte de la escuela a casa. Es una forma de compartir con Él tu completa alegría, como cuando un hijo de diecisiete años grita deleitado por un regalo de Navidad. El grito con deleite deleita al mismo tiempo, el corazón de un padre.
Todo eso me hace creer que no tengo por qué estar ansioso cuando puedo acudir en oración al Padre.
Padre Amado, qué bueno es saber que hoy no tengo que llevar la pesada carga de la ansiedad. Me has dado la oportunidad de hablar contigo con paz y tranquilidad a través de la oración. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario