Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas… acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Hechos 20:20-21
La primera frase de Jesús mencionada en el evangelio según Marcos, es una invitación a arrepentirse: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Los primeros cristianos también invitaban a los hombres a arrepentirse. Pero, ¿qué es el arrepentimiento y por qué la Biblia insiste tanto en ello?
Primeramente, hay que precisar que el arrepentimiento no consiste en castigarse a sí mismo para expiar sus faltas, en flagelarse. No se trata de remordimientos y con ellos, una dolorosa mortificación. Tampoco es simplemente, sentir tristeza o disgusto sino un retorno lleno de esperanza hacia Dios, el Dios justo y salvador que pide que nos volvamos a Él (Isaías 45:22).
Cuando leo la Biblia y creo en su mensaje, es como si un potente proyector iluminase mi conciencia y me mostrase lo que soy. Entonces, al igual que el joven profeta Isaías, me doy cuenta de que estoy perdido (Isaías 6:5). El arrepentimiento es esa toma de conciencia, esa aceptación, esa constatación de lo que Dios hizo y el juicio que hago, en presencia de Él, sobre mi conducta y mis acciones pasadas.
Es la bondad de Dios que me empuja a arrepentirme (Romanos 2:4), y esto se traduce materialmente en dar media vuelta. O sea, en vez de seguir mi propia voluntad, deseo seguir la de Dios y poner en práctica lo que dice la Biblia. El arrepentimiento, ante Dios, es resultado de la fe en la buena nueva del perdón de Dios.
“El Señor no retarda su promesa… sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
No hay comentarios:
Publicar un comentario