viernes, 13 de marzo de 2015

¿Es Bíblico: “Decretar” y “Declarar”?

Dentro de la jerga cristiana se usan expresiones a las que muchos creyentes les dan carácter de doctrina, por desconocimiento de la Palabra y de los atributos de Dios.
declarar decretarCon mucha frecuencia se oye decir: “si quieres algo, ¡decláralo!” Y parece que esto es suficiente para que Dios tenga la obligación de dártelo. ¿Quieres un coche? ¡Decláralo!, ¿Una esposa?, ¡decláralo!, ¿Una casa? ¡Decláralo! Sin embargo, los que así creen se olvidan del gran atributo de Dios, el mayor de todos los atributos: Su soberanía.
Los atributos de Dios se pueden agrupar en morales y naturales, siendo estos últimos, exclusivos de la deidad, pertenecientes a su naturaleza, y se les trata como intransmisibles. Uno de estos es la soberanía. Este atributo establece que Dios tiene el control de todo lo que existe, y decreta y actúa sin que nada ni nadie pueda resistir su autoridad. (Isaías 40:23,24; 43:13; Efesios 1:11).
Cuando los discípulos del Señor le pidieron que les ensenara a orar, Él les enseñó en la llamada oración modelo, la frase: Sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra.” (Mateo 6.10).
Esta frase expresa el deseo de la concreción del reinado de Dios de forma absoluta en la tierra, pues así lo es en el cielo. El propósito de Dios.
Dios ha revelado su eterno propósito, su voluntad en la Biblia, y supremamente, en la persona de su Hijo Jesucristo. Y el súbdito del reino, nosotros, debe presentarse a su Rey cada día, someterse a su soberanía y prometerle obediencia en llevar a cabo su santa voluntad. De esta forma se concreta el reino de Dios entre los hombres.
Uno de los grandes problemas de aceptar como válida, la errónea creencia de que por declararlo será hecho, está en la jactancia y la vanagloria. En Santiago 4:15-16 dice la Biblia Textual: “Veamos ahora lo que decís: Hoy o mañana iremos a tal ciudad, estaremos allá, comerciaremos, y ganaremos, en lugar de lo cual debierais decir Si el Señor quiere y establece. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias”. Toda jactancia semejante es mala.
Es triste ver como algunos llamados "super-predicadores" expresan una supuesta autoridad, para demandar a Dios las cosas que quieren o inducir a otros a poseerlas, y declarar todo lo que quieran bajo la premisa de que por ser hijos de Dios, Él tiene la obligación de darles lo que ellos pidan. Pero esta expresión “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” es conocida como la condición de Santiago, sin embargo este principio se encuentra a través de toda la Biblia. (Hechos 18:21,1 Corintios 4:19; Filipenses 2:19:24, Hebreos 6:3, 1 Pedro 3:17).
En cualquiera de los casos siempre será lo mismo, queriendo o no queriendo siempre será su voluntad. De ahí que la actitud correcta del creyente debe ser someterse siempre a la  voluntad de Dios.
Todo creyente debe saber que muchas de las cosas que queremos o por las cuales luchamos, no nos ayudan para bien; de hecho el mismo Santiago destaca que: “Pedimos mal conforme a nuestro deleite” y muchas veces lo que tanto deseamos no nos ayuda para bien. Por lo que debemos entender que, a pesar de todo lo que declaremos o deseemos intensamente, nuestro Dios, que es soberano, nos dará lo que nos conviene y quiera; nosotros solo tenemos que sometemos a su voluntad soberana y aprender a dar gracias en cualquier circunstancia de la vida. Dado que otros atributos de Dios son su bondad y su misericordia, Él está atento a nuestra situación y circunstancia, y siempre obrará a nuestro favor aunque no lo entendamos.
En medio de una situación difícil con la destrucción del Templo de Jerusalén y el cautiverio de Judá por parte de Nabucodonosor, el profeta Jeremías lloraba por toda la situación y encontró consuelo y esperanza en la convicción de entender y conocer que Dios es misericordioso. Lo que significa que Dios no trata contigo según lo que mereces, y que también es fiel y sus misericordias son nuevas cada mañana. Mientras haya vida, cuantas veces sea necesario, Dios nos ofrece una porción de su gracia. Nunca faltó en cumplir lo prometido en el pasado, no falta hoy y no faltará en ninguna futura circunstancia.
Y por último, la bondad de Dios. Qué importante, bueno es Jehová. Las circunstancias de Jeremías no cambiaron, sin embargo su perspectiva cambió cuando supo relacionar la teología con la vida diaria.
Así que, por más que lo “declare y decrete”, nuestro soberano Dios hará lo que quiera, pero como también es bueno, misericordioso, y fiel, hará lo mejor para nosotros.

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