Las "modas" de las nuevas teologías que irrumpieron en las últimas décadas, implementaron dentro de la Iglesia de Cristo, y para sí, muchas prácticas que rayan con lo místico, apoyadas por versículos de la Biblia interpretados fuera de su contexto, como el decretar, declarar, o los “famosos pactos”, la doctrina de la prosperidad, o la de la “liberación”.
Merece un análisis aparte el tema de las “maldiciones generacionales”, aunque se suma al “paquete”, donde entra en juego la “terapia de la liberación”, un tipo de psicología “cristiana” que incluye las regresiones, terapias grupales, confesión, declaración,...o sea, la difundida “sanidad interior” con la que se les lleva a la regresión (una práctica del psicoanálisis); por ejemplo, a perdonar a la madre que cuando se quedó embarazada no quería tener ese bebé y le rechazaba, o bien a confesar y perdonar a alguien que ya murió, o a regresar a la infancia y visualizar cuando el padre los castigaba, etc. Algunos de estos grupos de “terapia” les hacen escribir en un papel todo lo que recuerdan y luego lo queman o entierran. (Práctica ocultista)
Dejando aparte la psicología, que en algunos casos puede ser de ayuda, y centrándonos mayormente en las personas que no conocen a Dios, cuando mezclamos la Palabra o el Evangelio, con el humanismo, la nueva era, el psicoanálisis, o el espiritismo,...podemos llegar a interpretar todos, pero sobre todo estos últimos, como prácticas ocultistas mezcladas con el evangelio. (Como las oraciones a fotografías o esculturas)
Pero Dios no necesita ayuda, su Palabra es suficiente para liberar al hombre. Cristo es suficiente para redimir, transformar y regenerar al ser humano completamente, es decir, de forma espiritual, emocional y física.
Porque si tuviéramos que agregar algo a la obra expiatoria en la cruz, la redención no sería completa y suficiente, Cristo hubiera fallado y necesitaría que “completásemos su obra”.
Dice la Escritura:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición porque está escrito: Maldito todo aquel que es colgado en un madero” Gálatas 3:13
Jesús se hizo maldición por nosotros, para anular las maldiciones.
“Anulando (otra versión dice: “rayendo”, o “canceló”) el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” Colocenses 2:14.
Además, ya en el tiempo de la ley, Dios establecía muy claramente el hecho de que no se heredaban los pecados de padres a hijos, que las maldades o maldiciones generacionales, de nuestros ancestros no “caen sobre nosotros”. Con leer Ezequiel 18 lo entenderíamos.
En aquel tiempo, empleaban en Israel un refrán popular: “los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera” (se le picaron los dientes), (verso 1 y 2)
Pero Dios dice: “Todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía, el alma que pecare esa morirá” (Verso 4)
“El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”(verso 20)
Y si esto ya era establecido por Dios antes de la cruz, ¿cómo dudar que la cruz fue suficiente? No es necesario recordar y confesar nuestro pasado, regresar a la adolescencia o la infancia, incluso algunos en la regresión, llegan hasta el vientre materno. ¡No!,¡cristianos despierten!…TODOS nuestros pecados fueron perdonados en Cristo Jesús; los psicoanalistas que trabajen en sus consultorios, porque el cristiano convertido de verdad, ya fue REGENERADO y la regeneración incluye las emociones.
No debiera preocuparte el hecho de tener un abuelo brujo, un padre satanista, idólatra o espiritista, si tu bisabuelo fue maldecido por una gitana o por un hechicero indio, si lo consagraron a los demonios y lo bañaron con sangre, porque cuando viniste a la cruz, en esa cruz el Señor clavó ese pasado generacional y te hizo libre, total y verdaderamente libre.
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