viernes, 20 de febrero de 2015

Lo que digo … - Reflexiones

Un joven abogado, recientemente acabada su graduación y comenzando su primer día de trabajo, se sentó cómodamente en su nueva oficina dando un gran suspiro de satisfacción.
Había trabajado fuerte durante mucho tiempo para saborear ese momento.
En ese momento, viendo a un posible cliente que se acercaba a su puerta, simuló estar ocupado. Enérgicamente, abrió su libreta y con su pluma de escribir en la mano, tomó el teléfono, lo sujetó con su barbilla, y comenzó a escribir con rapidez mientas fingía que hablaba con alguien importante diciendo:
-Mira Lorenzo, en cuanto a ese trato de fusión, pienso que mejor me acerco a la factoría y lo discuto contigo en persona. Sí o no. No pienso que tres millones sean suficientes. Mejor hagamos que Samuel, de Tenerife, se reúna allí con nosotros. Está bien, te llamo más tarde. 
Colgando el teléfono, colocó la pluma en el escritorio, levantó la mirada a su visitante, se puso de pie, le extendió su mano y le dijo, con la voz más cortés y llena de confianza que tenía como abogado...
-Buenos días. ¿Cómo puedo ayudarlo?
El posible cliente respondió:
-En realidad, solo estoy aquí para conectar su teléfono.
Hay un viejo refrán que dice, “En boca cerrada, no entran moscas”. En ocasiones, lo mejor es mantener la boca cerrada.
Proverbios 10:19
En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente. (LBLA)

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