jueves, 19 de febrero de 2015

La aldea

Esta historia aconteció en una aldea de Escocia, una de las cuatro naciones que conforman el Reino Unido. Trata de las aflicciones de una madre cristiana por su hija, que siendo muy jovencita tomó el mal camino, determinándose a salir de su hogar para llevar una vida licenciosa dejándola sola.
Como era habitual, llovía intensamente, y la madre pensaba en su hija imaginando que debía estar pasando frío; muchas noches las pasó en vela esperando su regreso; también podría a buscarla pero no sabía en qué ciudad estaba. Todos los días hacía mención de su hija en sus oraciones, rogando al Señor que pusiera el medio para que volviera a su hogar.
Cierta noche, el agua caía desde el cielo torrencialmente, y su corazón triste de mamá, no hacía más que pensar en ella, cuando, de improviso, sintió fuertes golpes a su puerta. Al abrir, se encontró con una muchacha apenas cubierta con unos trapos muy delgados y empapados a más no poder; “pobre muchacha”, pensó.
—Mamá, ¿me perdonas?, dijo la joven. La madre, apenada y regocijada a la vez, abrazándola, la introdujo al interior de su casa. 
—No hay necesidad de que te perdone, jamás te he juzgado, pero te voy a pedir que oremos para que el Señor Jesús entre a tu corazón, dijo. 
—Pero mamá, a eso he venido. Necesito tu perdón por haberme portado tan mal, ya tengo el perdón de Dios, mi corazón ahora le pertenece a Jesús, respondió la hija. 
—¿Qué me dices, hija?, preguntó. 
—Sí mamá, hace dos semanas acepté a Cristo como mi Salvador personal, Él vino a mí cuando más lo necesitaba, y caminé durante días para contártelo, dijo la hija.
LA ALDEA
Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Jonás 3: 10
Las consecuencias del pecado son catastróficas, y para muchos serán eternas si no tienen arrepentimiento. La joven de la historia, abrumada por el pecado, determinó hacer su propia vida, apartándose de la única persona que podía aconsejarla bien, y lo pagó caro. La Biblia dice que la paga del pecado es la muerte; estamos hablando de una sentencia definitiva, sin apelación.
Pero una de las cosas que conmueve el corazón de Dios es el arrepentimiento. Sucedió con Nínive, la ciudad que oyó el mensaje de Jonás y se libró de perecer. Del mismo modo, la hija desobediente se arrepintió para convertirse en una nueva criatura, deteniendo de ese modo la justicia de Dios en razón del pecado. Abrió su corazón a Cristo Jesús encontrando en Él, libertad y sanidad. Amigo, hermano, si usted determina aceptar a Jesús como su único Salvador Personal, tendrá como resultado el perdón y la oportunidad de ser feliz y tener paz.

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