Primero, los creyentes no deben echar la culpa de sus pecados solo a Satanás. Los creyentes ya tienen una naturaleza pecaminosa que hace que el pecado les parezca atractivo. Satanás les puede inducir a pecar, pero no puede obligarlos a que pequen. Satanás les puede persuadir a pecar pero no les puede forzar a efectuarlo. Los creyentes cuando caen en el pecado, no pueden excusarse diciendo que Satanás les tentaba; son responsables por sus pecados.
Segundo, pero al mismo tiempo, los creyentes sí deben darse cuenta de que Satanás tiene algo que ver con la mayoría de sus pecados. Fue Satanás quien tentó a Adán y Eva, como también Satanás puso en el corazón de Judas, el entregar a Cristo a sus enemigos. Sin embargo, Satanás necesita dos clases de permiso antes de que pueda hacer algo en los creyentes. Primero, vemos en el caso de Job, que Satanás tuvo que pedirle permiso a Dios antes de poder hacerle algo a Job. Dios dijo a Satanás que podía atacar a Job pero que no le quitara su vida. Por lo tanto, Satanás necesita conseguir el permiso de Dios para poder atacar a los creyentes. Segundo, en el libro de Hechos vemos como Satanás llenó el corazón de Ananías para que mintiera a los apóstoles y a Dios; pero el apóstol Pedro preguntó a Ananías por qué dejaba que Satanás llenara su corazón. Por lo que, podemos ver que Ananías dio permiso a Satanás para que le condujera a ese pecado. (Hechos 5:3) Entonces, Satanás necesita conseguir también el permiso de los creyentes antes de poder hacerles daño.
Tercero, las únicas armas verdaderamente útiles para resistir al diablo son espirituales. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” (Efesios 6:11) La sola fuerza humana es impotente en contra del diablo. Las buenas intenciones, la voluntad humana y las mejores resoluciones no son suficientes en esta lucha. Satanás es demasiado fuerte, y los creyentes necesitan el poder y la verdad de Dios para resistir las tentaciones. De hecho, Cristo le contestó al diablo con la palabra de Dios. Pablo dice a los creyentes que se fortalezcan en el Señor y en el poder de su fuerza. (Efesios 6:10)
Cuarto, los creyentes deben acordarse de que Satanás ya ha sido derrotado. Cristo triunfó sobre Satanás cuando murió en la cruz, y ahora proporciona a su pueblo el poder para vencerlo. Algún día, la victoria de Cristo sobre Satanás será visible a los ojos del mundo. “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies.” (Romanos 16:20) Satanás es un adversario derrotado. Cristo le ha derrotado y pone en nuestras manos las armas para que lo derrotemos.
Mientras tanto, Satanás sigue atacando a los creyentes. ¿Por qué tiene el poder Satanás de tentarlos? Le es permitido tentar a los creyentes para mantenerlos humildes, despiertos y conscientes de su dependencia del poder de Dios. Satanás ha estado desarrollando su capacidad de tentar a los creyentes desde la caída. Durante miles de años ha tenido experiencia tentando a los creyentes. Apocalipsis le llama, “la serpiente antigua.” (Apocalipsis 12:9) Se le permite tentar a los creyentes porque rehusan obedecer a Dios, y en ocasiones, Dios les deja recibir lo que merecen; son engañados y derrotados por Satanás.
También se le permite tentar a los creyentes para que se muestre el poder y la misericordia de Dios. Cuando los creyentes son fortalecidos para pelear contra Satanás y resultan vencedores, Dios es glorificado. Por lo que no es sorprendente que la vida cristiana sea una guerra continua contra el maligno.
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