La Biblia se refiere con frecuencia a los saduceos y fariseos,
especialmente en el Nuevo Testamento, porque Jesús entraba en constante
conflicto con ellos. Los saduceos y los fariseos componían la clase
gobernante del Israel espiritual. Hay muchas similitudes entre los dos
grupos, pero también grandes diferencias entre ellos.
Los saduceos – Durante el tiempo de Cristo y la era del Nuevo
Testamento, los saduceos constituían la aristocracia. Tendían
a ser ricos y mantenían posiciones de poder, incluyendo la de los jefes
sacerdotales y el sumo sacerdote, y ocupaban la mayoría de los 70 puestos del concilio gobernante llamado el Sanedrín. Trabajaban duramente para
mantener la paz, mediante la aceptación de las decisiones de Roma
(Israel en este tiempo estaba bajo el dominio de Roma), de hecho, ellos
parecían estar más ocupados con la política que con la religión. Por
estar amoldados a Roma, y ser la clase rica privilegiada, ellos no se
relacionaban bien con el hombre común, como tampoco el hombre común
tenía una alta opinión de ellos. El hombre común se relacionaba mejor
con los que pertenecían al partido de los fariseos. Aunque los
saduceos ocupaban la mayoría de los puestos en el Sanedrín, la historia
indica que muchas veces, tenían que estar de acuerdo con las ideas
de la minoría farisea, porque los fariseos eran populares
entre las masas.
Religiosamente, los saduceos eran más liberales que los fariseos en un área tan importante como la doctrina. Los fariseos concedieron a la ley
oral la misma autoridad que a la Palabra de Dios escrita, mientras que
los saduceos consideraban que solo la Palabra escrita era de Dios. Los
saduceos trabajaron arduamente para preservar la autoridad de la Palabra
de Dios escrita, especialmente los Libros de Moisés (Génesis a
Deuteronomio). Mientras que ellos podrían ser elogiados por esto, no eran definitivamente perfectos en cuanto a su punto de vista
doctrinal. La siguiente es una breve lista de las creencias que ellos
adoptaban y que contradecían la Escritura:
1.- Eran extremadamente auto-suficientes, al extremo de negar la intervención de Dios en los asuntos de la vida diaria.
2.- Negaban cualquier resurrección de los muertos (Mateo 22:23; Marcos 12:18-27; Hechos 23:8).
3.- Negaban cualquier vida después de la muerte, sosteniendo que el alma
perece con la muerte. Por lo tanto, creían que no había ningún castigo o
recompensa después de la vida en la tierra.
4.- Negaban la existencia del mundo espiritual, por ejemplo, ángeles y demonios (Hechos 23:8).
Por estar los saduceos más preocupados por la política que por la
religión, no se ocuparon de Jesús hasta que se volvieron temerosos de
que Él pudiera atraer, la no deseada, atención de Roma. Fue en ese
momento, cuando los saduceos y fariseos se unieron y conspiraron para llevar
a Cristo a la muerte (Juan 11:48-50; Marcos 14:53; Marcos 15:1). Otras menciones de los saduceos se encuentran en Hechos 4:1, Hechos 5:17, y en su implicación en la muerte de Jacobo, hermano de Juan, según el historiador Josefo (Hechos 12:1-2).
Los saduceos dejaron de existir en el año 70 d.C. Dado que este
partido existía por sus lazos políticos y sacerdotales, cuando Roma
destruyó Jerusalén y el Templo en el 70 después de Cristo, los saduceos fueron
también destruidos.
Los fariseos – En contraste con los saduceos, los fariseos eran en su
mayoría, hombres de negocios de la clase media, y por lo tanto, estaban en
contacto con el hombre común. Eran tenidos en más alta estima que los saduceos por el hombre
común, y, aunque eran minoría en el Sanedrín y mantenían un número minoritario de posiciones
como sacerdotes, parecían controlar todas las decisiones, haciendo del Sanedrín algo más importante de lo que lo hicieron los saduceos,
nuevamente debido a que tenían el apoyo de la gente.
Religiosamente, aceptaban la Palabra escrita como inspirada por
Dios. Y en el tiempo del ministerio terrenal de Jesucristo, aceptaron lo que es ahora nuestro Antiguo Testamento. Es decir, también le
concedían igual autoridad a la tradición oral, e intentaban defender su
postura diciendo que ésta se remontaba hasta Moisés, aunque esto era fundamentalmente, legalismo. Creían que estas tradiciones del A.T., desarrolladas a través de
los siglos, se añadían a la Palabra de Dios, lo cual está totalmente acotado (Deuteronomio 4:2; Apocalipsis 22:18-19),
y buscaban obedecer estrictamente, estas tradiciones del N.Tto. junto con las del Antiguo. Los Evangelios abundan de ejemplos de los
fariseos, tratando estas tradiciones de igual manera que la Palabra de
Dios (Mateo 9:14; 15:1-9; 23:5; 23:16, 23; Marcos 7:1-23; Lucas 11:42).
Sin embargo, ellos permanecieron fieles a La Palabra de Dios con
referencia a otras doctrinas importantes. En contraste con los
saduceos, ellos sostenían lo siguiente:
1.- Creían que Dios controlaba todas las cosas, y también las
decisiones hechas por individuos, que contribuían al curso de la vida cristiana de una persona.
2.- Creían en la resurrección de los muertos (Hechos 23:6).
3.- Creían en una vida después de la vida, con la correspondiente recompensa y castigo sobre una base individual.
4.- Creían en la existencia de ángeles y demonios (Hechos 23:8).
Aunque los fariseos eran rivales de los saduceos, se las ingeniaron
para dejar a un lado sus diferencias en una ocasión – el juicio de
Cristo. Fue en este momento en el tiempo, cuando los saduceos y fariseos se
unieron para llevar a Cristo a la muerte (Marcos 14:53; 15:1; Juan 11:48-50).
Mientras que los saduceos dejaron de existir después de la destrucción
de Jerusalén y del Templo, debido a su naturaleza altamente política,
los fariseos, quienes estaban más preocupados con el estado religioso de
Israel, continuaron existiendo mucho después de la destrucción de
Jerusalén. De hecho, los fariseos estuvieron en contra de la rebelión
que trajo la destrucción sobre Jerusalén en el 70 d.C., y después de
esto, fueron los primeros en hacer las paces con los romanos. Los
fariseos también fueron responsables de la compilación de La Mishna, un
importante documento de referencia a la continuación del judaísmo más
allá de la destrucción de su lugar central de adoración, el Templo.
Tanto los fariseos como los saduceos se hicieron acreedores a numerosas
reprimendas de Jesús. Tal vez la mejor lección que podemos aprender de
los fariseos y los saduceos, es el no ser como ellos. A diferencia de
los saduceos, debemos creer todo lo que dice la Biblia, incluyendo lo
milagroso y la vida después de la vida. Y a diferencia de los fariseos, no
debemos tratar las tradiciones como si tuvieran una autoridad igual a
la de la Escritura, y tampoco debemos permitir que nuestra relación con
Dios sea reducida simplemente, a una lista legalista de reglas y rituales.
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