Efesios 4:31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. (Reina Valera)
Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. (Dios Habla Hoy)
Vivimos en un mundo muy convulsionado en el que la gente vive cada vez más nerviosa e irritada. Parece que cada vez cuesta más encontrar un lugar tranquilo para habitar. Las peleas se originan en las calles entre los conductores de coches como consecuencia de un accidente; las discusiones entre la gente y el personal de un banco o negocio; las discusiones que se originan con los vecinos del barrio, etc.
Por todos lados vemos gritería, enojo, ira, maledicencia... Lo triste de todo esto es que cuando llegamos a nuestro hogar pensando encontrar un lugar de refugio, nos damos cuenta que allí también se originan las mismas o peores fricciones.
El problema no radica en el peligro de las calles, en el trabajo o los vecinos. El problema está en el interior del ser humano, y donde éste habite siempre habrá problemas. La única manera de extirpar este espíritu violento que sacude nuestro mundo, es viniendo a los pies de Cristo y manifestando el fruto del Espíritu Santo en nuestras palabras y acciones. Cuando el corazón del ser humano halla la paz en Cristo, sus palabras y acciones serán también de paz. No podemos pedirle a alguien que vive un infierno interior que sea una persona pacífica y amable.Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. (Dios Habla Hoy)
Vivimos en un mundo muy convulsionado en el que la gente vive cada vez más nerviosa e irritada. Parece que cada vez cuesta más encontrar un lugar tranquilo para habitar. Las peleas se originan en las calles entre los conductores de coches como consecuencia de un accidente; las discusiones entre la gente y el personal de un banco o negocio; las discusiones que se originan con los vecinos del barrio, etc.
Por todos lados vemos gritería, enojo, ira, maledicencia... Lo triste de todo esto es que cuando llegamos a nuestro hogar pensando encontrar un lugar de refugio, nos damos cuenta que allí también se originan las mismas o peores fricciones.
Como cristianos, tenemos la posibilidad de ponerle freno a este sistema corrupto que el mundo ofrece, con nuestras palabras y acciones de pureza y santidad. Si los cristianos no reaccionamos como lo que somos, ¿quién puede hacerlo? Hemos sido llamados a dar paz en medio de un mundo de contiendas, pues tenemos a Cristo en el corazón.
Señor, hazme un portador de bendición por dondequiera que vaya, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amén.
Señor, hazme un portador de bendición por dondequiera que vaya, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amén.
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