lunes, 5 de enero de 2015

Casa nueva, Vida Nueva, Muerte Vieja

En la casa todo era alegría, festejo y felicidad. La casa estaba recién construida, y la familia se había mudado apenas tres horas antes. Además del festejo por la casa nueva, se brindaba por la felicidad de una pareja de recién casados.
Así mismo, en el jet de fabricación británica, todo era festejo y alegría también. El avión estaba recién reparado, y volvía a la casa de su dueño, el magnate liberiano Hawker Siddeley. El piloto e ingeniero de vuelo, inglés de cuarenta y un años de edad, también se sentía feliz.
Pero la tragedia los envolvió a todos. El avión falló poco después de despegar. Se vino a tierra y chocó contra la casa. Diecisiete personas murieron en el accidente, entre ellos la pareja de recién casados. La casa y el avión se incendiaron y quedaron reducidos a cenizas. Todo esto ocurrió en Khartoum, Sudán, en abril de 1983.
Hay tragedias de la vida real que parece que fueran pura fantasía. Llegan a ser tal acumulación de hechos y de circunstancias, que parecen más propios de una película de horror que de la vida que todos suponemos debería ser tranquila, feliz y ordenada.
He aquí toda una familia que celebraba una doble felicidad, normal en cualquier familia: una casa nueva, recién comprada, y una pareja nueva, recién casada. Y un avión jet ultra-moderno que despega airoso del aeropuerto, para realizar un viaje que se supone es de placer.
Pero en cuestión de minutos, la caída del avión, el impacto en la casa, el incendio que estalla pavoroso,...y aquellos eventos felices que se convierten en escenas de horror y de espanto. De la felicidad más intensa se pasa, en un momento, a la desgracia, a la ruina y la muerte.
¿Qué conclusión podemos sacar de esto? Tan vieja como el hombre mismo, sacamos en claro la conclusión de que la muerte acecha a cada paso que damos; por lo tanto, siempre hay que estar preparados. Hoy estamos vivos, sanos, bien provistos y felices, y mañana podemos estar enfermos, agónicos, arruinados o muertos.
¿Cuál es la actitud que nos conviene adoptar ante esta fragilidad e inseguridad de la vida humana? Estar preparados para cualquier eventualidad. Y como el Único que nos promete seguridad permanente y vida eterna es Cristo, entonces hoy, en este mismo momento, cuando el bienestar nos rodea, hoy y no mañana, más vale que recibamos a Cristo como Señor y Salvador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario