Hebreos 4:13
Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros.
1 Juan 1:7
Suponga que usted tiene un empleado al que considera irreprochable. Es eficiente, puntual, serio, se lleva bien con sus compañeros.
De repente, su opinión sobre este empleado cambia totalmente. Ve su comportamiento desde otro punto de vista. Empieza a desconfiar de él porque cometió un acto deshonesto.
Dios nos ve mejor que nadie. Él ve todo, oye todo, y también conoce nuestros pensamientos más secretos. Nada le sorprende ni le pilla desprevenido. Aunque aparentemente, tengamos una conducta irreprochable, no estamos a la altura de su justicia y de su santidad; sin embargo, si lo conocemos, sabemos que nos ama.
Así, según el conocimiento que tengamos de Dios, su mirada puede molestarnos o tranquilizarnos. Si lo consideramos como un juez, temeremos su mirada, una mirada que traspasa todo. Dios nos ve mejor que nadie. Él ve todo, oye todo, y también conoce nuestros pensamientos más secretos. Nada le sorprende ni le pilla desprevenido. Aunque aparentemente, tengamos una conducta irreprochable, no estamos a la altura de su justicia y de su santidad; sin embargo, si lo conocemos, sabemos que nos ama.
Pero dado que ha llegado a ser nuestro Padre, Aquel que envió a Jesucristo para salvarnos y darnos a conocer su gracia, entonces disfrutamos de su amor. Saber que no hay nada que se le escape a nuestro Padre celestial es reconfortante, tranquilizante e indispensable en la comunión con Él.
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