martes, 28 de octubre de 2014

Como Niños - Reflexiones

No hay mejores maestros que los niños. Mis hijos me han enseñado lecciones que nunca aprendería en la Universidad o con la gente más letrada. Y es que a través de sus ojos, he podido ver la inocencia pura, sus manos me han enseñado un amor genuino y sincero.
He podido aprender que aunque es normal que me enfade, no puedo mantenerme enfadada todo el día, que debo olvidar y seguir adelante.
A través de sus palabras he escuchado el sonido más hermoso: Te amo mami.
Me han alegrado al despertar y han suavizado mi corazón al acostarse.
Al verlos dormidos no he dejado de experimentar ni una noche, el deseo de protegerlos.
He recordado lo que es jugar con cochecitos, al escondite, o disfrutar de un videojuego, y mi corazón ha saltado de emoción al verles abrir un regalo y sentir un beso de agradecimiento.
¿Cómo no querer ser como niños, sin preocupaciones, sin remordimientos, sin dudas? ¿Cómo no querer ser como un niño, con una sonrisa de oreja a oreja? ¿Cómo no querer ser como un niño, sin miedo a lo nuevo, listo para la aventura? ¿Cómo no querer ser como un niño, que le habla a todos sin importar quiénes sean y listo para aprender del mundo que le rodea?
Señor, que día a día pueda ser como niño que duerme sabiendo que Tú lo cuidas y no tiene temor porque Jesús vive en su corazoncito.

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