miércoles, 9 de abril de 2014

El verdadero sentido de la Pascua

Este mensaje tan sencillo transformó el mundo para siempre:
"No está aquí, pues ha resucitado".

La Pascua tiene que ver con el sentido de nuestra vida, con la razón de ser de la humanidad, con la Eternidad. Muchas veces nos olvidamos de ello en el ajetreo diario. Nos enfrascamos en diversas ocupaciones y afanes, y nos dejamos consumir y dirigir totalmente, por las presiones e influencias del mundo que nos rodea; no sólo somos incapaces de liberarnos, sino que tampoco somos conscientes de que estamos cautivos.

La Pascua de Resurrección se llama así, por la resurrección de Jesús y por la nuestra.
La idea de resucitar es rechazada por los "maestros de la intelectualidad". Aseveran que con la muerte termina todo, que haría falta un milagro para resucitar a un muerto y, según ellos, los milagros no existen.
  Pero si un milagro es un hecho sensible, superior al orden natural y que trasciende la capacidad de la ciencia para explicarlo, tal vez podríamos afirmar, sin lugar a equivocación, que cada uno de nosotros es un milagro viviente, así como todo lo que vemos, oímos y tocamos.

Anhelamos ser comprendidos, y un instinto innato nos impulsa hacia la patria celestial de donde salimos. Pero, ¡ay!, si hubiera un punto de referencia, un lugar filosófico donde pudiéramos detenernos, dar un paso atrás y alejarnos de nosotros mismos, un mirador desde el que pudiéramos vernos a nosotros mismos con claridad, con la perspectiva de toda la creación y de la eternidad. El cristiano ha encontrado ese lugar, y el gozo de tal hallazgo le ilumina el rostro. Desde esa perspectiva, ve que todo el sentido de su vida debe resolverse, cumplirse y comprenderse no sólo en función de su existencia terrenal, sino de la eternidad.
Esa es la esencia de la Pascua.
Por toda la creación resuenan estas palabras:
"No está aquí, pues ha resucitado".

¿Te gustaría vivir en una dimensión eterna en vez de en el presente, que tu vida contara con vistas a la eternidad, y no se perdiera en el maremágnum de los problemas trivialidades cotidianos? No cabe duda de que responderías que sí. Jesús sabe además, que tienes que proyectarte por encima del plano físico, de la rutina diaria, de la infinidad de detalles de la vida que te hundirían.
En este momento Él te tiende la mano y te asegura: "Te amo. Estoy contigo. Quiero ser parte de tu vida." Invítale. Dale cabida en tu corazón. No dejes de hacerlo. Jamás te abandonará ni te desilusionará, perdonará todos tus pecados, y te ayudará a superarte en aspectos que quieres mejorar.
 ¡Él es así de extraordinario!

Recibe a Jesús hoy mismo. Él te ama y quiere que tu vida alcance su plenitud y todas las posibilidades para las que la creó. Obra milagros, resuelve los problemas, sana las dolencias y siempre puedes contar con Él.
Para que Él viva en tu interior y obtener Su salvación, basta conque hagas sinceramente una oración como la que sigue:
Jesús, tengo fe en que eres el Hijo de Dios, y en que moriste por mí y resucitaste. Me hace falta Tu amor para borrar mis errores y mis malas acciones. Necesito que Tu luz ahuyente cualquier oscuridad de mi vida. Preciso que Tu paz que me llene el corazón y me dé plena satisfacción. Jesús, te abro en este momento la puerta de mi corazón y te ruego que entres en mí y me obsequies con Tu gracia, la vida eterna. Gracias por haber sufrido a causa de todas mis malas acciones, por escuchar mi oración y concederme el perdón. Amén.
 

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