sábado, 15 de marzo de 2014

Ingrediente indispensable

A la Palabra que escuchamos, debemos sumarle algo más:
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Hebreos 4:1-2
Resulta demasiado tentador quedarse en el ejercicio de identificar, con dedo acusador, las múltiples ocasiones en que la generación que pereció en el desierto tentó al Señor con su incredulidad. Esta postura nos puede dejar con la falsa impresión, de que nosotros hemos superado las debilidades que ellos exhibieron. 

El pasaje descrito despeja cualquier duda al respecto. Nosotros nos encontramos ante una situación similar a la de ellos. A nosotros, como a ellos, se nos ha anunciado la misma buena noticia. Y corremos el mismo peligro de quedarnos por el camino, sencillamente porque en cuatro mil años el corazón del ser humano no ha cambiado. Nuestra inclinación a desviarnos del camino sigue siendo tan intensa como la que se manifestó en los Israelitas.
El talón de Aquiles de nuestra experiencia espiritual, se explica examinando al menos dos aspectos del texto, y la Biblia Reina Valera Contemporánea nos ofrece mucha claridad: "pero de nada les sirvió a ellos el oír esta palabra porque, cuando la oyeron, no la acompañaron con fe".
Los Doce escucharon la misma Palabra, pero no todos respondieron de la misma manera.
Es útil pensar en las analogías de una receta. Una comida sabrosa es el resultado de la combinación de varios ingredientes que, cocinados juntos, producen el manjar que disfrutamos. La palabra "acompañar" con fe podría traducirse como combinar o mezclar. Es decir, al elaborar su relación con Dios se olvidaron de sumarle uno de los ingredientes indispensables para la receta, la fe. Dios proveyó la Palabra. Ellos la escucharon. Solamente debían añadir fe, para que el poder de esa palabra desatara en sus corazones ciertas manifestaciones espirituales.

La Nueva Versión Internacional traduce "pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada, porque no se unieron en la fe a los que habían prestado atención a ese mensaje". He aquí la dimensión que tanto hemos perdido en nuestra expresión contemporánea de la vida cristiana.

La mejor ilustración del principio que expone el autor de Hebreos, la encontramos en los "doce espías". Todos habían escuchado la misma Palabra: 
el Señor iba a entregarles la tierra (Números 13.2), y dos de ellos sumaron fe a esa palabra. Los otros diez decidieron combinar esa palabra con incredulidad, y los resultados para el pueblo fueron desastrosos.

El ingrediente de la fe nos ofrece esta posibilidad: seguir a Dios de todo corazón. Podemos tener preguntas acerca de cómo logrará lo que se ha propuesto, pero no permitiremos que esas dudas entorpezcan nuestra adhesión. Le decimos con todo entusiasmo: Señor, si Tú vas con nosotros, te seguiremos a donde quiera que nos lleves. ¡Cuenta con nosotros!

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