Las flores tienen una belleza peculiar, los colores de cada pétalo, la forma y el tamaño... Cuántas veces nos deleitamos observando algún jardín, disfrutando de cada detalle, especialmente cuando las flores han sido bien cuidadas, con esmero y dedicación.
Un jardín necesita ser atendido, alguien que arranque las malas hierbas, riegue y que también abone la tierra para reponer los nutrientes del suelo, sin los cuales las plantas en poco tiempo dejarían de crecer, no podrían florecer, se atrofiarían y serían más susceptibles a las enfermedades.
Pues la vida es como un jardín, donde todo lo que hagamos puede ayudar o dificultar el crecimiento de las flores o plantas que han sido sembradas en él. También necesita ser atendido con diferentes labores que ayuden a mantenerle sano y agradable a Dios; en Oseas 10:12 dice: “Yo dije: “Planten buenas semillas de justicia, y levantarán una cosecha de amor. Aren la dura tierra de sus corazones, porque ahora es tiempo de buscar al Señor para que él venga y haga llover justicia sobre ustedes”. Muchas veces descuidamos nuestra vida, como si fuese un jardín, y dejamos que crezcan malas hierbas en él que terminan ahogando buenos hábitos, valores, y convicciones; o dejamos de regar la fe, la justicia y el amor.
Pero así como un jardín descuidado se puede arreglar, haciendo todo lo necesario para que vuelva a recobrar el encanto de las flores y plantas que lo adornan, también es posible que nuestra vida sea trabajada para que nuevamente sea ese jardín que le agrada a Dios.
Empecemos por arrancar las malas hierbas de todo sentimiento oculto que se haya enraizado, ahogando las buenas costumbres, como dice Efesios 4:31 “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.”
Aremos la tierra dura del corazón para que nuevamente sea sensible a Dios y a los demás, y echemos abono o fertilizantes para que nuevamente florezca y den frutos todas las plantas buenas.
Aremos la tierra dura del corazón para que nuevamente sea sensible a Dios y a los demás, y echemos abono o fertilizantes para que nuevamente florezca y den frutos todas las plantas buenas.
¡Aprovecha este día para arreglar tu jardín, el jardín de tu vida!
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