miércoles, 29 de enero de 2014

La Belleza de la Modestia - Estudios Bíblicos

La belleza ha sido y será un tema de gran importancia para la humanidad, especialmente para el género femenino. Cada día hacemos un esfuerzo y gastamos gran cantidad de tiempo y dinero para hacernos a nosotras, a nuestras casas, a nuestros coches y otros accesorios de nuestras vidas, tan bellos y atractivos como sea posible. No hay, por supuesto, nada de malo con querer ser bella pero debemos ser cuidadosas en comprender lo que es precisamente la belleza. Lo crean o no, las Escrituras tienen mucho que decir sobre la belleza, su origen y cómo se refleja en la vida y persona de una mujer cristiana. En este pequeño estudio, vamos a centrar nuestra atención en sólo dos versículos del tercer capítulo de 1 de Pedro.
En el versículo 3, Dios hace quizás la más profunda declaración sobre la genuina belleza centrada en Dios.
VUESTRO ATAVÍO NO SEA EL EXTERNO,… (1 Pedro 3:3)
Esto no significa que debamos lucir lo peor posible para que de esa manera la belleza de Dios pueda brillar, o que todo lo concerniente a la belleza sea vanidad. Dios está diciendo simplemente que la Belleza no viene de afuera. De hecho, los adornos externos son más un estorbo para la verdadera belleza que una ayuda. Estamos demasiado preocupadas por nuestra ropa, cabello, maquillaje y accesorios, y estas cosas no guían mucho a una vida espiritual sino más bien a una atracción sensual de la carne. ¿Cuán frecuentemente nos vestimos para atraer las miradas? ¿No entendemos que “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre, sino del mundo”? (1 Juan 2:16) Y ”si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” (1 Juan 2:15). Debemos dejar de llamar la atención sobre nosotras mismas y buscar irradiar una belleza que dirija los ojos hacia Dios.
Nuestro atavío no debe ser el externo, sino
SINO EL INTERIOR, EL DEL CORAZÓN, EN EL INCORRUPTIBLE ORNATO DE UN ESPÍRITU AFABLE Y APACIBLE, QUE ES DE GRANDE ESTIMA DELANTE DE DIOS. (1 Pedro 3:3)
El “ser interior” es esa parte de nosotros que no podemos “ocultar” mágicamente. Es esa parte de nosotros sobre la que Dios está verdaderamente interesado. Como le dijo Dios a Samuel años atrás,
“…Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” 1 Samuel 16:7
Si de verdad queremos ser hermosas (y lo somos)nos debemos preocupar por nuestra condición espiritual. Estar envuelta en un vestido delicado no es tan importante como estar cubierta con un delicado y apacible espíritu. Estar vestida con la última moda no es comparable con ser llenas del Espíritu Santo y estar revestidas del Señor Jesucristo.
…antes bien sed llenos del Espíritu, (Efesios 5:18)
…sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. (Romanos 13:14)
Pero llevar puestas joyas de oro cuesta menos que llevar joyas de virtud.
¿Estamos trabajando nosotras activamente con miras hacia la Belleza y virtud espiritual o vamos en miras de lo carnal, sensual, demoníaco y mundano? ¿Hemos olvidado la opinión de Dios? ¿Hemos considerado lo que es “de gran valor para a Sus ojos? Antes de que vayamos corriendo hacia la nueva tienda para comprar la moda más reciente, tenemos que poner delante de nosotros al Asesor de la Verdadera Belleza y examinarnos en Su espejo (Las Escrituras). No importa cuán “a la moda” estén nuestros atavíos externos, que estos no maquillarán ni ocultarán la mancha de los defectos de una vida no controlada por el Espíritu Santo, ni ocultarán nuestra falta de virtud y piedad femenina. Recuerda la sabiduría de Proverbios:
“Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y apartada de razón.” Proverbios 11:22
¿Refleja tu modestia la luz de la Palabra de Dios o las tinieblas de esta torcida y perversa generación? ¿Es tu ropa un reflejo de la gloria de Dios brillando sobre tu rostro?, ¿o es tu ropa un retrato de tu cuerpo? Si tu cuerpo atrae las miradas por causa de la ropa que llevas puesta, estás siendo una piedra de tropiezo y un mal testimonio de Cristo. Te debes arrepentir.
Haz un examen concienzudo a tu armario. ¿Está tu armario conforme a la voluntad de Dios, o a la voluntad de la carne y del mundo obsesionado con lo sensual?
“…en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. Efesios 2:2-3
Tu cuerpo es templo del Espíritu Santo, pertenece a Dios y algún día pertenecerá a tu esposo (si no estás casada aún). Como mujeres, cualquier adorno que llevemos no debe desviar la atención de las personas de lo que es más importante para nosotros: Cristo y lo que Él ha hecho.
Quiera Dios que las generaciones que están por venir den testimonio sobre la belleza de Dios en sus vidas, sobre sus rostros radiantes, y sobre la fortaleza, dignidad y virtud con la cual vistan.

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