martes, 2 de diciembre de 2014

Trabaje y Viva - Crecimiento personal-espiritual

Papá era un hombre trabajador que repartía pan como forma de sostener a su esposa y tres hijos. Invertía sus noches después del trabajo, asistiendo a clases todos los días excepto los domingos,.con la espera de mejorar y así hallar un mejor empleo algún día. Casi no comía con su familia. Trabajaba y estudiaba muy duro porque quería dar a su familia lo mejor que el dinero pudiese comprar.

Cuando la familia se quejaba que no invertía suficiente tiempo con ellos, él lo razonaba alegando que estaba haciendo todo por ellos. Sin embargo, a menudo añoraba invertir más tiempo con su familia.
Llegó el día en el que se anunciaron los resultados de los exámenes. Para su gozo, papá pasó ¡y de manera sobresaliente!  Pronto, después de eso, se le ofreció un buen empleo como supervisor en que le pagaban muy bien.
Como un sueño hecho realidad, Papá ahora podía darse el lujo de darle a su familia algunos lujos, como buena ropa, buena comida y vacaciones fuera del país.
Sin embargo, la familia siguió sin poder ver al padre la mayor parte de la semana.  Continuó trabajando muy duro, esperando ser promocionado a la posición de gerente. De hecho, para aumentar sus valores como candidato a la promoción, se matriculó en otro curso en la universidad a distancia.
Una vez más, cuando la familia se quejaba de que no pasaba suficiente tiempo con ellos, razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero él seguía añorando pasar más tiempo con su familia.
El trabajo duro de Papá rindió fruto y fue ascendido. Jubiloso, decidió emplear a una criada que ayudase a su esposa con las labores domésticas. También sintió que su casa de tres habitaciones no era lo suficientemente grande, sería bueno para su familia poder disfrutar las facilidades y comodidad de un nuevo piso. Habiendo experimentado las recompensas de su duro trabajo anteriormente, papá decidió continuar sus estudios y trabajar para ser promocionado nuevamente y la familia siguió sin poderle ver mucho.  De hecho, a veces papá tenía que trabajar los domingos para atender a clientes. De nuevo, cada vez que la familia se quejaba de que no empleaba suficiente tiempo con ellos, él razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero seguía añorando invertir más tiempo con su familia.
Como se esperaba, el trabajo duro de papá volvió a ser fructífero y se compró un hermoso chalé que daba a la costa de Singapur. La primera noche de domingo en su nuevo hogar, papá declaró a su familia que había decidido no hacer más cursos o buscar nuevas promociones y que, a partir de ese momento, iba a dedicarle más tiempo a la familia. Pero,... papá no despertó la mañana siguiente.
La historia encuentra eco en millones de vidas alrededor del mundo, ¡en especial en occidente! Parece como si nos hubiésemos dejado engañar por los “cantos de sirena” que nos prometen felicidad en la medida en que vayamos ascendiendo o hagamos crecer el negocio. Y aunque no es, de ninguna manera, algo malo, el dejar de lado las cosas realmente importantes de la vida por lograrlo, habrá de resultar, tarde o temprano, en vidas vacías de contenido, no sólo las nuestras sino las de aquellos que nos rodean y nos toman como su modelo. Todos tenemos fecha de partida de este mundo, si bien no la conocemos; hagamos pues, el mejor uso de nuestro tiempo a este lado del cielo. Y si nos falta sabiduría al respecto, pidámosela a Dios… ¡quien sabe darla en abundancia y sin reproche!

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