martes, 2 de diciembre de 2014

Indigencia y riqueza


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Inline image 1Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.
Filipenses 1:22-24
La vejez es la indigencia por excelencia. Tuve la ingenuidad de creer que la vejez nunca me alcanzaría. No podía imaginar este cansancio que me invade desde la cabeza hasta los pies. Cuando resulta imposible hacer las tareas cotidianas, uno se vuelve cada vez más dependiente de los demás. Entonces hay que aceptar, minuto a minuto, ese estado de incapacidad que aumenta día a día. Sé que dentro de un mes será aún más difícil que hoy, y es muy duro. Nunca viví algo tan difícil, pero también reconozco hasta qué punto es preciso… desde el punto de vista espiritual.

Por el momento, lo que debo hacer es abandonarme en las manos de Dios. Me había preparado para la muerte pero no para la vejez,... había imaginado que mi muerte sería un punto final a mi vida llena de proyectos y actividades, y ahora sé que debo esperar ese último momento. Tengo que pasar por la prueba de la vejez con las debilidades físicas y la dependencia que conlleva. Mi muerte está cercana… Me preparo para ese momento haciendo lo más importante durante el tiempo que me queda por vivir. Es una etapa importante que Dios me permite atravesar, para que pueda poner orden en mi interior antes de presentarme ante el Señor…

Al acercarme a la eternidad, veo la muerte como ese movimiento que hacen los niños cuando se echan en los brazos de su padre. Vuelvo a considerar la esencial verdad de mi fe en el Señor: "¡Soy su hija!"


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