sábado, 13 de diciembre de 2014

Sin temor

En el año 1735, Juan Wesley, se trasladó desde Inglaterra a la Colonia de Georgia, en las Américas. En medio del Atlántico el barco en el que se hallaba, se enfrentó a una tempestad que puso en peligro la vida de tripulantes y pasajeros.
Juan Wesley se encerró en su cuarto, y desde allí pudo oír el canto de un grupo de moravos (checos) que, no teniendo recursos para pagar la comodidad de unos camarotes, tuvieron que quedarse en cubierta y sufrir la furia de la tempestad.
Después que pasó la tempestad, el señor Wesley preguntó a uno de los moravos cómo ellos y sus niños podían cantar en circunstancias tan terribles. Este le contestó con otra pregunta: Señor Wesley, ¿conoce usted a Jesucristo? 
Para el creyente, Jesús echa fuera el temor. No importa la tempestad en la que te encuentres, puede que el viento sople implacablemente y parezca una tormenta que no tiene fin. Han pasado días, semanas o quizá meses desde que empezó y no sabes cuánto tiempo más podrás mantenerte de pie. Pero no importa lo que estás sintiendo; si tienes miedo o si estás agotado, levántate y canta porque Dios no te abandonará.
“El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro”. Salmos 18:2 (NTV)
Dios nunca permitirá que una tormenta te dañe porque Él es tu refugio, tu escudo, roca y Salvador, El único que puede guardar tu vida y calmar la tempestad, y si aún no lo ha hecho es porque tiene algo que enseñarte, te está preparando para las bendiciones que tiene para ti.
Confía en Dios y canta con todo tu corazón; puedes estar seguro que pronto pasará la tempestad.
Mi corazón está confiado en ti, oh Dios; mi corazón tiene confianza. ¡Con razón puedo cantar tus alabanzas! Salmos 57:7 (NTV)

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