sábado, 13 de diciembre de 2014

¿Es Dios duro?

¿Es Dios duro?Cuando dudo que Dios cuidará de mí lo trato como a un "ser" duro. Debo tener presente que mi servicio a Dios depende de mi actitud hacia Él. 
El hombre con un talento lo enterró porque, para él, su amo era un hombre duro, un hombre que cosechaba donde no sembró y recogía donde no esparció (Mateo 25.24). Siempre que yo vea a Dios como un "hombre duro", esto afectará a mi servicio a Él. Haré aquello, pensaré acerca de ello, como algo infructuoso, una esclavitud sin gozo y un servicio sin compensación.
Pero digo, como Abraham, que el juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?
Simón Pedro, prácticamente insultó a Jesús cuando le dijo he aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué hay, pues, para nosotros? (Mateo 19.27). Eso fue prácticamente, tratar a Jesús como un hombre duro, porque la pregunta indicaba que había la duda en la mente de Pedro, de si alguna vez recibiría recompensa por su trabajo, lo que es es una contradicción. A menudo yo soy un cristiano contradictorio. Vamos a ver: creo en el amor y la justicia de Dios, y sin embargo, lo trato como a un hombre duro cuando dudo que cuidará de mí.
David estableció una ley en el código militar de Israel: los hombres que guardaban el equipaje debían compartir también, y recibirían igual parte del botín que aquellos que luchaban en la batalla (1 Samuel 30.24-25). ¡Admirable la justicia y caridad de David! ¿Pero acaso es Dios menos justo y menos caritativo que él? ¿Acaso me tratará a mí, un soldado de su ejército, con menos consideración que la usada por David a sus hombres?
Leo, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mateo 6.33). ¿Son estas las palabras de un hombre duro o son las de un Amo amoroso que nunca me privará de lo que ha designado para mí? Cuando Dios me pregunte: ¿tú qué crees, soy duro?, debería responder: nunca, Señor, y entonces dejar que mi fe confirme ese ¡nunca! Digo, como Abraham, que "el juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? (Génesis 18.25).


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