domingo, 14 de diciembre de 2014

Puente hacia la vida

La historia del diluvio y de cómo un hombre construyó una barca en la que subieron él y su familia para ponerse a salvo de las aguas, de cómo también, subieron animales para preservar la continuidad biológica de las distintas especies, trasciende los tiempos, las culturas.
A pesar de su lejanía en el tiempo, permanece más vigente que nunca, la epopeya de quien le tocó vivir etapas y épocas tumultuosas, caóticas, como los días de Lot y de las tristemente célebres Sodoma y Gomorra. Un personaje que surge con singular vigor marcando el más agudo contraste con los de su tiempo, Noé.
Difícilmente, Noé en sus días y con su fe puesta en su Señor construyendo el Arca, pudo vislumbrar el formidable significado que tendría la embarcación, para las generaciones que habrían de venir en el futuro.
La historia de Noé resulta verdaderamente apasionante. Construir una embarcación en medio del desierto debió ser una misión además de muy difícil, no carente de las risas y burlas de los demás. Solo a un loco podría ocurrírsele construir una barcaza en medio del desierto. Sin embargo, Noé cumplió su misión con gran detalle y una precisión sorprendente. En la actualidad, ingenieros y expertos armadores de barcos no dejan de asombrarse ante la sencilla pero eficiente ingeniería de la barca, de la que por otra parte según parece en la actualidad, aún se conservarían restos de la misma en la cima del monte Ararat en la frontera entre Turquía y Rusia.
Pero si hay algo verdaderamente asombroso, es que a pesar de las distancias en el tiempo entre la embarcación de Noé y la cruz de Jesús, surgen al menos dos denominadores comunes.
El Arca de Noé y la Cruz de Jesús:
• Ambas estaban hechas de madera.
• Ambas sirvieron para poner a salvo a los que creyeron.
El Arca de Noé emerge en uno de los momentos más penosos y caóticos de la historia de la humanidad, en la que la maldad lo había corrompido todo. Donde la anarquía y el más absoluto descontrol gobernaban al estilo del más absoluto desgobierno.
La Cruz de Jesús se eleva desde el Gólgota, trasciende tiempos y momentos históricos de la humanidad y se alza sobre el mar del desorden, sobre las tinieblas.
En los días del Arca de Noé, se salvaron los que subieron. Se subieron los que creyeron.
Hoy, la cruz de Jesús al igual que el Arca de Noé en su tiempo, es el madero que flota sobre el mar negro de la maldad y resulta ser un puente hacia la vida. Hacia la vida eterna.
Si hoy la sombra de la duda y el temor han abordado tu vida, si sientes caer y debilitar tu fe… ¡Ánimo! Creer es también saber pensar y si dudas, es porque crees con una fe sincera y verdadera, no ciega.
Todavía flota sobre las aguas de la duda y el temor, ese gran madero de la Gracia de Dios para que se salven los que suban. Para que suban los que crean.

SOLO SUBE. EL RESTO YA NO DEPENDE DE TI.


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